Entreguerras

Desde noviembre de 1918, cuando termina la Primera Guerra Mundial, hasta julio de 1936, cuando estalla la guerra civil, España vive su Segunda Edad de Oro: un momento en el que la cultura vuelve a integrarse en las redes internacionales. Una época de esplendor, de aventura internacional y de felices aportaciones a la modernidad, encerrada entre dos periodos en los que España parecía apartada de los países más avanzados.

La labor desarrollada por numerosas personas e instituciones se hace más densa en correspondencias y contactos. A ello contribuyeron la Junta para Ampliación de Estudios y sus centros: la Residencia de Estudiantes, con su brillante nómina de conferenciantes; su grupo femenino, la Residencia de Señoritas, que sigue estrechando su colaboración con el International Institute for Girls in Spain; el Centro de Estudios Históricos y su Revista de Filología Española, o el Instituto Nacional de Física y Química, cuyo edificio, inaugurado en 1932, financia la Fundación Rockefeller. Además, nuevos y más sólidos puentes se tienden con América, a través de la Institución Cultural Española de Buenos Aires, de las nuevas colaboraciones con la Hispanic Society o de la creación del Instituto de las Españas de la Universidad de Columbia. Los creadores españoles viajan a París o Nueva York atraídos por los estímulos que reciben a través de visitantes y contactos o de publicaciones clave para este proceso, como Revista de Occidente. Todo ello propició una sincronización entre los acontecimientos más relevantes de la cultura a ambos lados del Atlántico e hizo posible que durante esos años una pléyade de científicos, creadores, humanistas o pedagogos tejieran una tupida red de relaciones institucionales y personales entre Europa y América.

María Blanchard, Composición cubista-Naturaleza muerta verde con lámpara, 1916-1917. Colección LL.-A.