EXILIO I (América, 1939-1953)
EXILIO II (Europa, 1953-1980)
EXILIO I (América, 1939-1953)
Al igual que otros tantos intelectuales republicanos, en 1939 María
Zambrano cruza la frontera de Francia con su familia. Su madre y su hermana
permanecerán en París mientras ella parte con su marido
en un viaje costeado por la Casa de España hacia México.
Allí conoce a Alfonso Reyes, otra de sus grandes amistades, y se
encuentra con Octavio Paz y con otros exiliados españoles que han
llegado gracias también a la Casa de España: León
Felipe, Moreno Villa, Prados, Dieste, Bergamín, Xirau, Gutiérrez
Abascal, Blas Cabrera, Benjamín Jarnés. Ante ellos pronuncia
en junio sus conferencias sobre «Pensamiento y poesía en
la vida española». Imparte clases de Historia de la Filosofía
en la Universidad de Morelia y a lo largo de este año publica
Filosofía y poesía, Pensamiento y poesía en la vida
española, que tendrá enorme repercusión, y redacta
«Nietzsche o la soledad enamorada» y «San Juan de la
Cruz (De la noche oscura a la más clara mística)»,
dos muestras de la enorme influencia que ejercieron sobre ella las obras
de ambos autores.
María cambia la soledad de Morelia por La Habana, donde da clases
en su Universidad y en el Instituto de Altos Estudios e Investigaciones
Científicas e imparte ciclos de conferencias. Se reencuentra con
algunos de sus amigos como Manuel Altolaguirre y Concha Méndez,
a quien prologará su libro El solitario. Misterio en un acto.
Estrecha sus lazos con el doctor Pittaluga, amigo de Ortega, y Lezama
Lima, codirector, junto con José Rodríguez Feo de la revista
Orígenes (1944-1956) que da nombre al grupo homónimo
de intelectuales cubanos en el que se integró María y al
que tanto inspiró.
Con frecuencia María viaja a Puerto Rico donde ofrece conferencias
y publica artículos en diferentes publicaciones. Escribe «La
agonía de Europa» y «La violencia europea», dos
reflexiones sobre la libertad y el idealismo alemán. Entre 1940
y 1946, sus principales preocupaciones: tragedia, esperanza y trascendencia,
y sus relaciones con el valor del acto personal como compromiso, son guiadas
por Landsberg.
En 1946 fallece su madre antes de que María pueda llegar a París
tras conocer la noticia de su grave estado. Permanece allí dos
años para ayudar a su hermana Araceli, que había sido encarcelada
y torturada por los nazis junto con su marido, Manuel Núñez,
que fue extraditado y fusilado en Madrid en 1944. Durante esta estancia
coincide con Picasso, Malraux, Sartre, Beauvoir, conoce a Cioran y frecuenta
a René Char, Christian Zervos, Luis Fernández y Albert Camus
-con quien establece una profunda amistad- y a quien será desde
entonces su protector económico, el pintor inglés Cyril
Timothy Osborne.
María se separa de su marido en 1948, vuelve a Cuba, pasa unos
meses en México, regresa a la Habana y entre 1949 y 1951 recorre
Florencia, Venecia, Roma y París. En 1950 publica Hacia un saber
sobre el alma. Las hermanas abandonarán París en abril
de 1951 tras reencontrarse con sus amigos Luis Fernández, el matrimonio
Lobo y Salvador de Madariaga y regresan a La Habana donde consiguen sustentarse
precariamente gracias a las clases, publicaciones y conferencias de María
Zambrano.
EXILIO II (Europa, 1953-1980)
En 1953 las hermanas Zambrano abandonan América y continúan
su exilio en Roma, donde entran en contacto con Elena Croce, Elemire Zolla,
Cristina Campo; María se reencuentra con Diego de Mesa, Nieves
de Madariaga y su amigo Juan Soriano, con Rafael Alberti, María
Teresa León, y con los pintores Ramón Gaya y Timothy Osborne.
Conoce a Ángel Alonso, Agustín Andreu, Alfredo Castellón,
Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Tomás Segovia y Sergio Pitol.
Ve la luz una de las obras principales de Zambrano, El hombre y lo
divino, sobre la que tanto conversó con Camus, y escribe Persona
y democracia, reflejo de las categorías vitales en la política
y cómo ésta puede ser la aurora desde la que la historia
trágica y real vire hacia una historia ética, y Diótima
de Mantinea, texto clave para comprender la razón poética
desarrollada como propuesta que completa su crítica cultural de
Occidente.
Gracias a la poeta y cantante venezolana Reyna Rivas y a su marido Armando
Barrios, que serán desde 1957 sus amigos y protectores, María
Zambrano conseguirá una beca de la Fundación Fina Gómez.
En 1961 conoce a Marius Schneider, a quien admira por sus estudios sobre
la musicalidad subyacente a toda mitología, y continúa profundizando
en sus lecturas sobre religiones y en el estudio de las conexiones entre
espiritualidad y física. María, en su afán por conocer
a Massignon acepta a asistir a los coloquios de Royaumont, celebrados
en junio de 1962, pero el gran islamista murió meses antes. También
en 1962 muere Emilio Prados, con quien Zambrano ha mantenido su hermandad
gracias a una correspondencia constante en la que ella llega a decir «tu
poesía es algo único para mí», en ella «me
encuentro yo plenamente», entre otras razones, por la interpretación
que ambos comparten en torno a la muerte como creación.
En 1964 las denuncias de un vecino fascista hacen que las hermanas Zambrano
sean expulsadas de Roma y tengan que trasladarse con sus 13 gatos a La
Pièce, Francia, en las montañas del Jura. Gracias a la tranquilidad
que encuentra allí la creatividad de María alcanza su máxima
cota y desarrolla un gran número de trabajos que irá publicando
a lo largo de las dos siguientes décadas. En 1965 publica España,
sueño y verdad; El sueño creador, una de las
muestras de la importancia concedida por Zambrano al sueño como
forma de autoconocimiento, y «La palabra y el silencio», el
artículo que anuncia Claros del bosque. En 1967 aparece
La tumba de Antígona, clave para entender el porqué
de «la generación del toro» y el sacrificio como punto
de partida de la esperanza.
En 1972 muere su hermana Araceli, hecho tras el cual María realiza
un viaje por Europa, se instala en Roma una temporada y posteriormente,
ayudada entre otros por sus primos y por José Ángel Valente,
vuelve a La Pièce, donde permanecerá hasta 1978, período
durante el cual su producción intelectual es desbordante y en el
que termina Claros del bosque, la obra más importante de
su horizonte filosófico regido por la metáfora apolínea
de la luz y la visibilidad pura que explora la potencialidad del logos.
En 1977 muere su amigo Lezama Lima, María se traslada en 1978 a
Ferney Voltaire y su obra va adquiriendo un tono cada vez más secreto.
En 1980, dado lo precario de su salud, se traslada a Ginebra para ser
cuidada por familiares y amigos, y allí la visitan sus amigos Orlando
Blanco, Emma García, (esposa de López Molina), José
Ángel Valente, José Miguel Ullán, Américo
Ferrari, Chimo Verdú y el pintor Baruj Salinas, quien reconoce
en la luminosidad de su obra de esa época la influencia del pensamiento
de Zambrano.