INFANCIA y ADOLESCENCIA
(Málaga-Segovia, 1904-1923)
FORMACIÓN UNIVERSITARIA (Madrid,
1924 -1929)
COMPROMISO CON LA REPÚBLICA (Madrid,
1930-1936)
GUERRA CIVIL (1936 -1939)
INFANCIA y ADOLESCENCIA (Málaga-Segovia, 1904-1923)
María Zambrano nace el 22 de abril de 1904 en Vélez-Málaga (Málaga), hija de Blas José Zambrano García de Carabantes y Araceli Alarcón Delgado, maestros e hijos a su vez de maestros. A los tres años, estando con su abuelo materno en Jaén, María sufre un colapso que hace que la den por muerta durante varias horas, un suceso que María interpretará años después como determinante en su trayectoria vital e intelectual.
En 1908, la familia se traslada a Madrid, donde Blas Zambrano imparte clases de Gramática española. En 1909 vuelven a trasladarse, esta vez a Segovia; allí, Araceli Alarcón ejerce como maestra, y su marido toma posesión de la cátedra de Gramática Castellana en la Escuela Normal. En 1911 nace la hermana de María, Araceli, con quien mantendrá una relación muy estrecha toda su vida. María comienza el bachillerato en el Instituto de Segovia, en 1913, donde es una de las dos únicas alumnas.
Durante esos años Blas Zambrano, -en cuyos libros se adelantan algunos de los intereses que María desarrollará en su propia obra-, conocedor de los institucionistas, republicano, socialista, ilustrado y socrático, va convirtiéndose en el eje de los movimientos más progresistas de la capital castellana. Funda la revista Castilla (1917) y el periódico Segovia (1919), contribuye a fundar la sociedad obrera «La obra», ingresa en la Asociación Socialista Obrera, que presidirá durante un tiempo, y, junto a Antonio Machado, gran amigo de la familia, participa en la Universidad Popular.
La adolescencia y juventud de María Zambrano transcurren, pues, en este ambiente eminentemente intelectual. Su iniciación a la literatura se produce, primero, a través de la biblioteca paterna, donde descubre a Azorín, Baroja, Maeztu, Valle-Inclán o Galdós, y, más tarde, de la mano de su primo Manuel Pizarro, según ella el amor de su vida desde 1917, profesor de español en la Universidad de Osaka desde mediados de la década de los veinte, quien la introdujo en el sufismo, en la literatura contemporánea española, francesa y rusa y en la filosofía de Nietzsche, con la que María mantendrá un diálogo constante a lo largo de su vida.
FORMACIÓN UNIVERSITARIA (Madrid, 1924 -1929)
En 1921, María Zambrano se matricula como alumna libre en la Universidad Central de Madrid para estudiar Filosofía, y oye hablar por vez primera de las conferencias sobre Nietzsche que imparte Rosa Chacel en el Ateneo. Es también en los albores de los veinte cuando conoce en Segovia a León Felipe, a Federico García Lorca, a través de su primo Miguel Pizarro, y a Eugenio d'Ors y Manuel García Morente en las conferencias de la Universidad Popular.
En 1924 se traslada a Madrid, donde completa su licenciatura asistiendo a las clases de Manuel García Morente, Julián Besteiro, Xavier Zubiri -a quien admira y a través de quien se acerca a Aristóteles- y a las de quien será su maestro, José Ortega y Gasset.
Hasta el final de esta década, su activismo intelectual, político y social se refleja en su participación en la Federación Universitaria Española (FUE), uno de cuyos propósitos es mediar entre intelectuales y políticos reconocidos -como Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Pérez de Ayala, Indalecio Prieto o Valle-Inclán y Azaña- y jóvenes escritores, como sus amigos Antonio Sánchez Barbudo o Aurora Riaño. De estos encuentros nace la Liga de Educación Social (LES) -un eco de la Liga de Educación Política fundada por Ortega en 1914-, en cuyos actos propagandísticos María asume un papel activo.
En las páginas de El Liberal, María publica dieciséis artículos en los que da forma escrita a sus preocupaciones políticas y sociales a través de su interpretación renovada del liberalismo y la defensa de un feminismo integrador. Su artículo más importante de esta época es «Ciudad ausente», que publicó Manantial, donde ya aparecen esbozadas dos de las constantes fundamentales de su filosofía: la razón poética y la ciudad de la libertad o ciudad ausente. Compagina, además, estas actividades con las clases de filosofía que imparte en el Instituto Escuela y con su participación en la tertulia de Revista de Occidente.
Conoce a su mejor amiga de entonces, Maruja Mallo, que expone en 1928 en la única exposición organizada por Revista de Occidente. Entre 1928 y 1929 sobreviene la primera pausa en su actividad intelectual tras serle diagnosticada tuberculosis. Durante su convalecencia entabla amistad con Fernando de los Ríos, comienza a escribir su primer libro, Horizonte del liberalismo, publicado en 1930, y sigue colaborando con la FUE en el acoso estudiantil a la dictadura.
COMPROMISO CON LA REPÚBLICA (Madrid, 1930-1936)
En 1930 cae la dictadura de Primo de Rivera y Zambrano se pronuncia a favor de la República, colabora con el humanismo socialista del grupo Nueva España y se enfrenta a Ortega instándole a que abandone su postura a favor de la monarquía si quiere «estar dentro de la historia», como se desprende de una de sus cartas a Ortega y Gasset. Durante 1931, proclamada la II República, María Zambrano imparte clases de Metafísica en la Universidad Central, comienza su inacabada tesis sobre Spinoza y declina la invitación a presentar su candidatura a Cortes por el PSOE.
En 1932 constituye, bajo la influencia de Ortega, el Frente Español
(FE) que ella misma disuelve ante las primeras muestras de tendencias
fascistas en su seno. Entabla relación con Ramón Gómez
de la Serna y el círculo de tertulianos del Pombo, y, a través
de Revista de Occidente, conoce los escritos sobre arte islámico
de Massignon, que tanto habrían de influirla. A través de
sus colaboraciones en Hoja literaria, dirigida por Sánchez
Barbudo, Arturo Serrano Plaja y Enrique de Azcoaga, María entabla
también amistad con Luis Cernuda, al que había leído
desde 1928, y con Rafael Dieste. A partir de 1933 trabaja en la Secretaría
de la Junta de Relaciones Culturales, dependiente del Ministerio de Estado
y entra en contacto con otros círculos literarios como el de la
revista Cruz y raya, a través de su amistad con Bergamín,
y con el de Los cuatro vientos, integrado por Lorca, Guillén,
Dámaso Alonso y Juan Ramón Jiménez.
Entre 1932 y 1935 participa en las Misiones Pedagógicas, impulsadas
por Manuel Bartolomé Cossío, cuyo objetivo es mejorar las
condiciones de vida de los habitantes de la España rural mediante
la formación y el acceso a la cultura. En compañía,
entre otros, de Antonio Sánchez Barbudo, Enrique de Azcoaga y Rafael
Dieste recorre varias provincias españolas como Cáceres,
Cuenca, Álava, Almería o Toledo.
En 1934 se produce el cisma definitivo entre María Zambrano y
la filosofía política de Ortega, hecho que refleja en su
denuncia de la necesidad de una nueva teoría del hombre, especialmente
en sus relaciones con el Estado, y en el desarrollo de su lógica
del sentir expuesta en Hacia un saber sobre el alma. En 1935 ejerce
como profesora en el Instituto Cervantes y en la Residencia de Señoritas.
Las tertulias con jóvenes intelectuales y poetas -entre ellos Miguel
Hernández, al que había conocido el año anterior
en la tertulia de Cruz y raya - en su casa de la calle del Conde
de Barajas y sus numerosas lecturas: Dostoiewski, Kafka, Proust
,
ocupan su tiempo y ganan terreno a la escritura.
En los meses previos al inicio de la guerra civil, María Zambrano participa en diversos mítines a favor del Frente Popular. El 18 de julio se suma al Manifiesto fundacional de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDC), junto con Cernuda, Manuel Altolaguirre, Concha Albornoz y Rosa Chacel. Trabaja como Consejera de Propaganda y Consejera Nacional de la Infancia Evacuada.
En octubre de 1936 María se casa con Alfonso Rodríguez
Aldave, secretario de la Embajada española en Chile, a donde viajan
poco después. En la escala que realizan en La Habana María
conoce al que será su gran amigo, José Lezama Lima. En Chile
Zambrano publica Los intelectuales en el drama de España,
obra en torno a la necesidad de que intelectuales y pueblo aúnen
esfuerzos en la común defensa de la República, prepara una
antología de García Lorca, cuya interpretación vertebra
en torno al eje amor-muerte, y el Romancero de la Guerra Civil Española.
El matrimonio llega a España el 19 de junio de 1937. Rodríguez
Aldave se incorpora al frente, y Zambrano forma parte en Valencia, junto
con otros muchos intelectuales republicanos, de la comisión ejecutiva
de la Casa de la Cultura. Participa en el II Congreso de Escritores para
la Defensa de la Cultura donde conoce a Octavio Paz, Nicolás Guillén
y Alejo Carpentier; se reencuentra con sus amigos Emilio Prados, Guillermo
Díaz Plaja, Rafael Dieste y el resto del grupo de Hora de España,
a cuyo consejo de redacción se incorpora y donde publica multitud
de artículos, entre ellos «Españoles fuera de España»;
colabora con la revista Madrid: Cuadernos de la Casa de la Cultura;
escribe «La libertad del intelectual», artículo que
resuena en Viento del pueblo de Miguel Hernández. Define
con mayor precisión su «razón poética»,
heredera de la concepción del lenguaje poético de Blas Zambrano
como saber integral que reúne intelección, ética
y estética.
En 1938 se traslada con su familia a vivir a Barcelona, en donde la visitan
con frecuencia Prados, José María Quiroga, Serrano Plaja
y Vicente Salas Viu; en Hora de España publica sus artículos
sobre la guerra y varios en La Vanguardia, donde se publica el
«Manifiesto de los intelectuales de España por la victoria
del pueblo», secundado por su padre, que muere ese año, y
a quien homenajea Antonio Machado en un artículo de su Mairena
póstumo.