Sobrecargado de víveres y con casi mil refugiados españoles a bordo, el Ipanema zarpó el 12 de junio de 1939 desde el puerto de Pauillac-Burdeos, en lo que constituyó la segunda expedición colectiva organizada por el SERE. El viaje no estuvo exento de sobresaltos y resultó un tanto tortuoso. El Ipanema ya era un buque algo maltrecho y su tripulación, de origen indochino, a penas comprendía el español. Durante el trayecto se tuvieron que organizar grupos de voluntarios para atender las labores de limpieza y otras necesidades que garantizaran unos mínimos de convivencia a bordo del barco.
Tras cinco días en alta mar, la hélice se rompió, lo que originó que el Ipanema comenzara a trepidar. El pasaje no ocultó el nerviosismo. El puerto más cercano para poder repararlo estaba en Martinica y tardaron diez días en alcanzar tierra firme. Una vez reparado, el viaje continuó su rumbo, pero al poco tiempo sufrió otro incidente que le hizo encallar en un banco de arena. Seis horas después, y gracias a las maniobras de ayuda del Mont Everest, un carguero francés, consiguieron reflotar la nave para que siguiera su curso. Por fin, el 7 de julio de 1939, alcanzó las costas de Veracruz.
«La proa está ocupada por la juventud radiante y gimnástica. Debajo del Puente se reúnen los filósofos enamorados de la Naturaleza. Las cubiertas son los pasillos del Congreso y un poco de la playa de San Sebastián. En la popa están las masas ardientes. El comedor viene a ser una especie de Casa del Pueblo, a juzgar por su movimiento de Directivas. A los niños —los niños más guapos que se ha conocido—, los encontramos en todas partes.
Nuestra pesadumbre...: Si, pero ¿y de los que se han quedado?»
Fragmento Sección Ipanemismos del Diario de a Bordo
La palabra escrita jugó un papel importante en estas travesías. Afortunadamente se conservan completos los boletines de las tres grandes expediciones organizadas por el SERE. Se trata de los Diarios de a bordo del Sinaia, el Ipanema y el Mexique, donde no sólo se plasmaba, a veces de manera jocosa y relajada, las vicisitudes y anécdotas que iban transcurriendo a lo largo del viaje. Noticias sobre los acontecimientos que se daban en Europa, o aspectos del contexto, la cultura y la historia de México, también ocupaban gran parte de estas líneas.
El boletín del Ipanema, incluso, contaba con una sección de pasatiempos en la que se hacía un concurso entre los pasajeros: quien acertara todas las soluciones podía elegir entre una cajetilla de cigarrillos y media pastilla de jabón, o media docena de pastelillos, como premio.