Nunca estuvo en la Residencia de Estudiantes pero sus versos y su recuerdo están ligados a esta institución que acogió el espíritu de una generación que abrió el siglo XX a la modernidad y trazó nuevos horizontes poéticos. Y es en este lugar donde se encuentra parte de su legado, un archivo con 56 manuscritos compuestos por más de un millar de páginas, una colección de fotografías y su biblioteca personal integrada por 757 títulos. Gracias a este proyecto de recuperación documental, iniciado en 1997, el autor de «Los placeres prohibidos» habita ya, desde hace años, en la Residencia. Pero será el próximo martes cuando Cernuda llegue de verdad a la institución cultural con la exposición Entre la realidad y el deseo: Luis Cernuda (1902-1963), la más importante que se celebra con motivo de su centenario.
Recorrido cronológico
Organizada por la Residencia de Estudiantes, junto a la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y la Junta de Andalucía, la exposición aborda los aspectos más significativos de la vida y obra cernudiana, «su biografía espiritual», a través de documentos inéditos, su correspondencia con Pedro Salinas, Rafael Martínez Nadal o María Zambrano, más de 200 fotografías, revistas de la época, primeras ediciones o un conjunto de óleos de artistas como Joaquín Sorolla, Manuel Ángeles Ortiz, Ramón Gaya, Gregorio Prieto o José Moreno Villa. Junto a ello, la muestra, que itinerará después a Sevilla, México y Londres, nos ofrece a un Cernuda más íntimo a través de sus objetos personales como una de sus pipas, sus libretas o grabaciones con su voz.
Comisariada por James Valender y dividida en ocho apartados estructurados cronológicamente, la exposición arranca con la infancia y el ambiente familiar del poeta, su formación como abogado y el descubrimiento de la poesía de manos de su profesor de Literatura, Pedro Salinas. Gracias a él, el joven poeta descubre a los clásicos españoles y los poetas franceses del siglo XIX, entre los últimos, la lectura de André Gide influye profundamente al poeta: «Me abría el camino para resolver, o para reconciliarme, con un problema vital mío decisivo». El manuscrito de «El Perfil del aire» y fotografías del homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla marcan sus «Comienzos literarios» (1924-1928). La muerte de su madre, la huida de Sevilla hacia Madrid, su estancia en Tolouse como lector en la Universidad, su regreso a la capital y su colaboración en revistas literarias conforman el apartado «Otros aires» (1928-1931). El mono gris con el que Cernuda difundió la cultura a la gente humilde en las Misiones Pedagógicas de la II República enmarca la época de 1931, que se cierra con la reagrupación, en 1936, en un volumen de todos sus poemas en «La realidad y el deseo». Su activo papel en la Guerra Civil como defensor de la República (1936-1938), su exilio en Gran Bretaña (1938-1947) desde donde evoca a su Andalucía natal en Ocnos, su etapa americana como profesor (1947-1952), y la desolación de su exilio definitivo en México (1952-1963), donde murió a los 61 años, reflejan en esta exposición que la memoria de Cernuda no habita del todo en el olvido