En la obra de Le Corbusier la arquitectura de la vivienda ha sido identificada habitualmente desde la óptica de su eslogan «la casa es una máquina de habitar», pero lo cierto es que su pensamiento y su trabajo no están guiados de manera exclusiva por la búsqueda de la funcionalidad.
Para Le Corbusier el problema de la casa debía ser abordado desde dos frentes: por un lado, la resolución racional y óptima de los problemas técnicos, funcionales y económicos; por otro, la respuesta arquitectónica al modo de habitar del hombre moderno. La casa-máquina debía ser un mecanismo eficaz en ambos aspectos. El reto consistía en hacerlos compatibles entre sí y en dar una solución satisfactoria a ambas cuestiones, sin olvidar nunca el fin primero y último de perseguir la belleza.
Le Corbusier formula en 1926 sus «cinco puntos para una nueva arquitectura»: la fenêtre en longueur (ventana corrida), los pilotis (que levantan la caja de la casa sobre el terreno), la planta libre, la terraza-jardín a través de la cual la naturaleza se introducía en el ámbito doméstico, la fachada libre y la supresión de la cornisa (un sexto punto, luego olvidado). A través de estos puntos propuso un sistema arquitectónico útil tanto en el plano formal y estructural como en el funcional y simbólico que le permitió dar una nueva definición del hábitat moderno.
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