Durante los dieciocho años que vivió en la Residencia de Estudiantes, José Moreno Villa decía haberse sentido rodeado de un ambiente especialmente creativo, que hacía compatible el trabajo y la responsabilidad con formas de ocio y diversión en las que la alegría mostraba su fuerza transformadora.
Buen ejemplo es el conocido grupo que, en torno a la figura singular de José Bello (Pepín), reunió a Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel. Su espíritu transgresor, propio de la vanguardia, se manifestó en los dibujos que bautizaron como «putrefactos», término con el que aludían a lo anticuado, lo aburrido, lo burgués; en la invención de «anaglifos», peculiar estrofa poética que hizo furor entre los residentes; en sus correrías nocturnas o las andanzas de la «Orden de Toledo»; en las veladas teatrales que protagonizaron, como La profanación del Tenorio, parodia de la obra de Zorrilla… Su obra posterior revela un influjo especial de este ambiente y de su convivencia de aquellos años. Un perro andaluz, el guión que escribieron Buñuel y Dalí, no se entiende sin el imaginario forjado en la Residencia de Estudiantes. Buñuel explicaba en una carta a Bello que la película, estrenada en 1929, sería «el film que más te va a gustar del mundo. Todas nuestras cosas en la pantalla».
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