Los lugares donde se plasmaron estas características de la «nueva literatura» fueron las revistas. Según Benjamín Jarnés, «La buena revista es como una antesala donde todo novísimo creador de parcelas nuevas de arte ha de detenerse algún tiempo hasta ver definitivamente admitida o rechazada su frágil mercancía».
Las revistas emblemáticas de la «joven literatura» que nacieron en torno a 1927 fueron: Ley (1927) y Obra en Marcha (1928), de Juan Ramón Jiménez, Carmen y Lola, de Gerardo Diego (Santander, 1927-1928), Parábola (Burgos, 1927-1928), Meseta (Valladolid, 1928-1929), Manantial (Segovia, 1928-1929), Verso y Prosa (Murcia, 1927-1928), Litoral (Málaga, 1926-1929), Gallo y Pavo (Granada, 1928), Mediodía (Sevilla, 1926-1929), Papel de Aleluyas (Huelva, 1927-1928), La Rosa de los Vientos (Tenerife, 1927-1928), L’Amic de les Arts (Sitges, 1926-1929), Post-Guerra (Madrid, 1927-1928), Nós (Orense, 1920-1935). Y en América, Revista de Avance (La Habana, 1927-1930) y Síntesis (Buenos Aires, 1927-1930).