Tras pasar dos meses en París como secretario del embajador Álvaro de Albornoz, en septiembre de 1936 Cernuda vuelve a un Madrid sitiado. Allí participa en programas de radio destinados a mantener el ánimo de los defensores de la República. A finales de noviembre de 1936 se alista, brevemente, en el Batallón Alpino, y es destinado a la Sierra de Guadarrama. En el mes de enero, de regreso a Madrid, se aloja en el edificio de la Alianza de Escritores y Artistas Antifascistas, en cuyo boletín, El Mono Azul, publica un texto de apoyo a la República.
En abril de 1937 se traslada a Valencia, donde colabora en la revista Hora de España con poemas que incluyen «Elegía a un poeta muerto (F. G. L.)». En agosto interpreta el papel de Don Pedro en una puesta en escena de Mariana Pineda, de Federico García Lorca, especialmente preparada para coincidir con el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas. Los ensayos permiten al grupo responsable de la representación (Manuel Altolaguirre, Víctor Cortezo, María del Carmen Antón y María del Carmen García Lasgoity, entre otros) olvidarse por un tiempo de los horrores de la guerra.
Cernuda pasa el invierno de 1937-1938 en Madrid, donde escribe la obra teatral El relojero o la familia interrumpida. Reacio a abandonar el país, en febrero de 1938 accede a la invitación que le hace el poeta inglés Stanley Richardson a dar una serie de conferencias por universidades inglesas. Cernuda piensa estar fuera, como mucho, un par de meses. Pero en realidad, nunca volverá a pisar tierra española.