En junio de 1929 sale a la calle Sobre los ángeles, redactado el año anterior. En marzo de 1928 Alberti da «Los dos ángeles» para el número 3-4 de Carmen y, para el número 6-7 (junio de 1928), cuatro poemas de la serie «El cuerpo deshabitado», así como «El ángel de los números». De abril a junio reside en la casona de José María de Cossío en Tudanca, una remota aldea cántabra a la que llega «una noche de lluvia, a caballo, alumbrados por un farol, entre arroyos crecidos y golpes de ventisca», en medio de una honda crisis personal que no le impide escribir un poema de aliento épico como «Platko», el «oso rubio de Hungría» que defendía la meta del Barcelona en la final de la Copa del Rey frente a la Real Sociedad.
Entretanto, nuevos factores se suman a la crisis personal. El regreso a Madrid («y la entrada de nuevo en el subsuelo») se precipitó al leer en un periódico atrasado de la capital: «La pintora Maruja Mallo sufre un accidente de coche, y Mauricio Roeset, creyendo haberla matado, se suicida».
El 15 de agosto está en Madrid. Sigue trabajando en poemas de la parte final del libro y publica «Paraíso perdido», «Los ángeles mudos», «Los ángeles de la prisa», «Ascensión» e «Invitación al aire» en la Revista de Occidente (septiembre de 1928). Durante el otoño visita con frecuencia en Cercedilla a Luis Felipe Vivanco , a quien hace confidente de sus peripecias amorosas (reanudó las relaciones con Maruja Mallo, que durarían hasta la aparición de María Teresa León) y empieza a recibir satisfacciones del libro. Tuvo «un éxito ruidoso» en la exposición de Benjamín Palencia y otro no menos clamoroso al leerlo, precedido por una conferencia de Pedro Salinas, en la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes, el 20 de diciembre de 1928.
El 1 de enero de 1929 se publica en La Gaceta Literaria la entrevista con Ernesto Giménez Caballero correspondiente a la serie «Itinerarios jóvenes de España», y en este periódico de las letras, así como en otra entrega de Revista de Occidente, se publican los poemas mayores de la tercera parte del libro. («Tres recuerdos del cielo» ve la luz en La Gaceta Literaria, núm. 59, 1 de junio de 1929.)