Cincuenta
años después de su muerte, las teorías
que Albert Einstein propuso continúan vigentes, después
de haber superado incontables pruebas experimentales. Así,
las teoría de la relatividad especial (1905), con su
famosa ecuación subsidiaria E=mc2, muestra su validez
tanto en la dependencia de la velocidad de la vida media de
partículas elementales como en la conversión
de masa en energía en procesos nucleares.
Además, gracias a la teoría de la relatividad
general (1915) podemos comprender lo mismo las trayectorias
que siguen los rayos de luz en presencia de campos gravitacionales
como la dinámica y estructura del propio universo,
sin olvidar que es necesario recurrir a algunas de sus previsiones
para el establecimiento de los sistemas GPS (Global Position
System), y que los tan extraños agujeros negros que
se deducen de ella, y que al principio no tomaron en serio
demasiados científicos, se están estableciendo
cada vezcon mayor firmeza como objetos que realmente existen
en la naturaleza.
Y qué decir de la física cuántica, de
la que él fue unos de los pioneros, aunque no aceptara
su formulación final. El efecto fotoeléctrico,
que explcó en 1905 y poer el que la Academia sueca
le concedió el Premio Nobel de Física, se encuentra
detrás de imnumerables sistemas y objetos que utilizamos
constantemente. Además, no se debe olvidar que Einstein
el primero que mostró que los aspectos corpusculares
y ondulatorios coexisten en el mundo cuántico que se
manifiesta a escalas macroscópicas, de tanta actualidad
e interés como es la condensación de Bose-Einstein.
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