Cuando
Hitler llegó al poder en enero de 1933 Einstein, que
se encontraba en Estados Unidos, renunció a todos sus
empleos en Berlín. Regresó, no obstante, a Europa
y se instaló en Bélgica. Durante este tiempo
(marzo-septiembre/octubre) recibió varias ofertas de
trabajo. La primera, la del Gobierno de la II República
española, que le ofreció una cátedra
extraordinaria en la Universidad Central de Madrid. De hecho,
el 10 de abril de 1933, el Gobierno español hacía
pública la noticia de que el gran genio de la física
había aceptado el ofrecimiento.
Los protagonistas centrales en la historia de esa cátedra,
que finalmente Einstein no llegaría a ocupar, fueron
el escritor Ramón Pérez de Ayala, entonces embajador
de España en Londres (designado para este cargo en
1931), y que fue quien tomó la iniciativa; Fernando
de los Ríos, ministro de Instrucción Pública;
el erudito y lingüista Abraham Shalom Yahuda, judío
nacido en Jerusalén que había estudiado lenguas
semíticas en Heidelberg y en Estrasburgo y que, entre
1914 y 1922, había sido profesor de hebreo en la Universidad
Central de Madrid, y Elsa Einstein, esposa del físico.
Entre las razones de que aquella historia maravillosa nunca
llegase siquiera a comenzar se encuentran la inestabilidad
política que crecía en España, y que
terminó haciéndose evidente para Einstein, y
la recepción de otras ofertas más atractivas.
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