Entre 1910 y 1936 la Residencia de Estudiantes fue un centro de recepción de las ideas de vanguardia que se producían en el mundo. En poco más de dos décadas, los artistas, intelectuales y científicos internacionales más notables de la época acudieron a los salones de la Residencia para impartir conferencias, ofrecer conciertos o representar sus obras. Albert Einstein habló sobre la teoría de la relatividad y Marie Curie, sobre radioactividad, el arqueólogo Howard Carter dio a conocer su descubrimiento de la tumba de Tutankamen, el compositor Igor Stravinsky estrenó personalmente varias de sus obras... La presencia en Madrid de los grandes nombres internacionales se vio facilitada por el contacto que mantenían con algunos de los más destacados intelectuales y científicos españoles, como Blas Cabrera o José Ortega y Gasset, quienes, junto a otros como Miguel de Unamuno, Emilia Pardo Bazán y un largo etcétera, fueron también habituales de la llamada por Jiménez Fraud «cátedra de la Residencia».
Psicólogos como Jean Piaget, poetas como Paul Valéry, economistas como John M. Keynes, arquitectos como Le Corbusier, físicos como Maurice de Broglie o el astrónomo Arthur Stanley Eddington, entre muchos otros, hicieron de la Residencia una ventana abierta a las novedades artísticas y científicas que se estaban desarrollando fuera de nuestras fronteras.
Esta actividad fue posible gracias a dos asociaciones muy relacionadas con la Residencia que colaboraron para traer a Madrid a muchos de los protagonistas del siglo xx: el Comité Hispano-Inglés (1923) y la Sociedad de Cursos y Conferencias (1924).
La Residencia fue un núcleo de creación y reflexión artística que acogió las tendencias innovadoras de principios del siglo xx. En ella tuvieron lugar conferencias de algunos de los entonces protagonistas de la vanguardia, como F. T. Marinetti, Max Jacob, Louis Aragon o Ramón Gómez de la Serna, de teóricos del arte como Manuel B. Cossío, José Pijoan o Wilhelm Worringer, y de los arquitectos Walter Gropius, Eric Mendelsohn o Theo van Doesburg. Luis Buñuel organizó varias sesiones cinematográficas en las que se proyectaron películas de René Clair, Jean Renoir, o Jean Epstein. La Residencia fue además escenario de obras de teatro de la compañía francesa de los Quince y el Teatro Universitario La Barraca; o de un Don Juan Tenorio a cargo de Buñuel y Dalí; de funciones de títeres como la de El circo más pequeño del mundo de Alexander Calder, representado por él mismo, o de disertaciones en torno a las innovaciones en el arte escénico, como la que impartió el escritor futurista Anton Giulio Bragaglia. En el programa de conciertos participaron Ravel, Milhaud, Poulenc o Wanda Landowska, así como los jóvenes compositores españoles reunidos en el Grupo de los Ocho, que se dio a conocer en la Residencia. El salón también acogió la ópera de marionetas El retablo de maese Pedro y el ballet El amor brujo, ambos de Manuel de Falla, asiduo de la casa.
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