[Artículo publicado en Faro de Vigo, 30 de julio de 1974]
Se aproxima a las siete décadas don Manuel de Terán Álvarez, geógrafo, catedrático de Universidad, prestigio internacional en su materia, hombre admirado y recordado por sus alumnos, ya que supo dar a su asignatura una dimensión humana que la llenó de atractivo. Inauguró ayer el seminario sobre “Urbanismo” de la Universidad de Verano. Habló sobre “Campo, ciudad, región”.
LA CIUDAD Y SU CRISIS
Pregunta— Don Manuel, ¿se acaba la ciudad?
Respuesta— Hasta ahora se había hablado sólo del fin del campo y del campesino. Ahora, se habla también del fin de la ciudad. Hay que ir, pues, a una doble remodelación, en la cual ni uno ni otro serán como han sido.
P— ¿Se ha preocupado especialmente del tema algún país?
R— Este es tema de preocupación en muchos países, socialistas y capitalistas, porque a todos preocupa el crecimiento demográfico, que es fundamentalmente urbano. No sólo hay éxodo del campo, sino que la ciudad mantiene sus efectivos, y así para todo son ganancias, cuantitativas únicamente.
IDEAL DE LA CIUDAD
P— ¿Hay una ciudad ideal, o depende de las circunstancias que conlleve?
R— Creo que no puede ser definida, en general. Desde luego, la preocupación por el límite lógico de la ciudad, debe ser preocupación del urbanista.
P— ¿Y cuando la ciudad ha alcanzado ese límite?
R— Construir otra ciudad. No valen los cinturones verdes y otras salidas ocasionales. El crecimiento sólo se frena con cinturones de ciudades independientes. El de Madrid, por ejemplo, no se frenará con esas poblaciones satélite, que aún no son ciudades, ni probablemente lo serán en mucho tiempo, pero que ya han dejado de ser aldeas o pueblos.
EL HOMBRE EN LA CIUDAD
P— Centremos al hombre en su ciudad. ¿Debe vivir en la ciudad donde trabaja?
R— Sí. La ciudad-dormitorio no es solución. No lo ha sido ni en Estados Unidos, donde se impuso por determinadas exigencias.
P—El hombre viaja para ir a su trabajo. Dividamos el día en tres jornadas iguales de ocho horas para trabajo, descanso, esparcimiento. ¿Qué tiempo de la última parte debe dedicar a viajar con ese fin?
R— Media hora.
P— ¿Para cuatro viajes?
R— No. Para dos. Debe tener jornada continua o, mejor, comer en el lugar de trabajo, sin volver a casa. Así, cuando lo haga, contará con más tiempo libre.
BARCELONA, CIUDAD DE ESPAÑA
P— Entre las ciudades que conoce o ha estudiado, profesor, ¿cuál es la ideal?
R— Para la totalidad de la ciudad, es difícil contestar a su pregunta. Para ciertas partes, sí. Londres y París tienen esas partes ideales.
P— ¿Y en España?
R— Madrid, no. Sí Barcelona. Su barrio gótico es un núcleo bien concebido. Recientemente, profesores de Bonn que han visitado Madrid decían que iba pareciéndose cada vez más a una nueva ciudad suramericana.
P— ¿Qué cantidad de habitantes debe tener la ciudad ideal?
R— Creo que 100.000. La ideal. Pero como este límite no resulta posible, aceptemos la realidad y lleguemos a los 300.000.
GEOGRAFÍA HUMANA
P— Para concluir el diálogo, señor De Terán: parece que comienza a interesar en España la geografía humana, algo más que la fría relación de ciudades, países y sus ríos.
R— Sí, por fortuna. Lo malo es que hay quienes creen todavía que ser geógrafo es enumerar ríos por la derecha y por la izquierda.
P— ¿Y qué es?
R— Una relación del hombre con las cosas, de ellas entre sí, que dará como resultado un paisaje. Paisaje que no es subjetivo, plástico, claro. En ese sentido, sí debe interesar la geografía.
Arquitectos y sociólogos saludan al maestro. Hay en don Manuel de Terán una sencilla amabilidad; un agrado natural que se refleja en su conversación. Sabemos que Vigo está llegando al límite lógico de habitantes y que no sirven barrios satélites. La solución es otra ciudad. En Porriño o donde sea.
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