Este es un año clave en la vida y en la obra de Moreno Villa por diversos motivos; año que ilustra sobradamente la capacidad para moverse en diferentes campos creativos, alternando lo clásico y lo moderno o amalgamando ambos en un estilo propio que empieza a perfilarse con firmeza.
Dentro de sus estudios críticos, o académicos, en 1924 Moreno Villa publica la edición del Teatro de Lope de Rueda, acompañada por un prólogo, para la colección Clásicos Castellanos de las ediciones de «La Lectura». También aparece la traducción del alemán de la obra de H. Wolfflin Conceptos fundamentales en la Historia del Arte, volumen VII de la «Biblioteca de Ideas del siglo XX» dirigida por Ortega y Gasset y publicada por la Casa Calpe de Madrid. Como recordará años después:
Con el trabajo atento de aquella traducción me acostumbré a enfocar los temas con más rigor y a penetrar más hondamente en ellos mediante el análisis, las relaciones de unas cosas con otras y la visión de conjunto. El resultado fue que la pintura me enseñó a componer; los principios fundamentales de las artes plásticas se me aparecieron como rectores para la escritura. Y hasta para la vida.
Enrique Díez-Canedo, Alfonso Reyes y Moreno Villa dirigen una pequeña colección, dentro de las ediciones de «La Lectura», a la que llaman «Cuadernos literarios» y para la que Moreno Villa realiza el anagrama, así como el retrato de varios de los autores publicados; Moreno Villa retrata a sus compañeros y amigos Alfonso Reyes y Enrique Díez- Canedo, y a Ramón Gómez de la Serna, Gerardo Diego o José Gutiérrez Solana, entre otros. Dentro de esta serie de cuadernos, Moreno Villa publica su obra de teatro, en dos actos, La comedia de un tímido.
Forma parte del jurado del Premio Nacional de Literatura y consigue, con el apoyo y la ayuda de Antonio Machado, que también forma parte del mismo, que se conceda el premio a la primera obra de un joven poeta, Marinero en tierra de Rafael Alberti, y que lo comparta, ex aequo, con Gerardo Diego por sus Versos humanos. En la editorial Caro Raggio aparece su nuevo poemario, Colección, que provoca unas importantes reflexiones sobre la lírica moderna escritas por Antonio Machado como comentario al libro. En Colección, como su propio título indica, el poeta ha querido recoger la obra que ha ido publicando en los últimos tres años en periódicos y revistas, como reflejo y muestra de los nuevos caminos por los que comienza a moverse. Este libro supone una especie de tránsito en su evolución poética, resumen reflexivo sobre lo ya hecho a través de una nueva mirada. Con motivo de su publicación, Moreno Villa escribe una «Autocrítica », aparecida en la Revista de Occidente, como explicación a las intenciones últimas del libro. En ella, entre otras reflexiones, confiesa:
Lo que hoy pienso de la poesía coincide bastante con las normas clásicas; lo cual no quiere decir que en la práctica alcance mi pensamiento. Por encima de los conceptos, suele triunfar lo irracional o instintivo.
Siguiendo en esa dualidad entre lo clásico y lo moderno, aparecen en El Sol sus primeros artículos sobre «Temas de Arte», referidos a los pintores Ribera, Velázquez, Zurbarán y Murillo.
En este mismo año, Moreno Villa decide retomar su afición pictórica y se matricula en los cursos que Julio Moisés imparte en su estudio, al que asiste para dibujar del natural junto a otros jóvenes pintores como Salvador Dalí o Maruja Mallo. Pronto deja de ir y comienza a pintar y a experimentar por libre. Moreno Villa recuerda este reencuentro con la pintura con un punto de verdadero fanatismo:
Mi sentimiento del color emparejaba con el de Juan Gris o con el de Braque. Los colores sepia y verde profundos de algunos cuadros suyos me entusiasmaban, jugando con los blancos o los ocres. Yo encontraba que manejar los colores así, a lo cubista, ofrecía un placer más fresco y puro que manejándolos a la manera tradicional. Llegué en mi fanatismo a no poder contemplar un cuadro del Museo del Prado.