Antecedentes y creación del Patronato
«El niño en la ciudad tiene, señores, el periódico, el teatro, la conversación culta de la atmósfera que le rodea, los museos, una exposición permanente en los escaparates de cada tienda; pero el pobre niño del campo, ¿dónde puede ver jamás una estatua? ¿Quién le dirá que ha habido un Shakespeare o un Velázquez? ¿Quién le hará sentir la belleza de una melodía de Mozart, de una estrofa de Calderón […]?»
Manuel B. Cossío, 1882
«¿Dónde, si no es en la escuela, podrá enterarse [el niño] con fundamento de sus derechos naturales, de sus derechos como ciudadano, del régimen de los poderes públicos en su patria, y por dónde, si no es por este camino, ha de llegar algún día a ejercer aquellos derechos con conciencia, a estimarse a sí propio, y a dejar de ser un ciego instrumento, como lo es ahora, en las manos de cualquier intrigante que lo explota para alcanzar sus fines?»
Manuel B. Cossío, 1882
«Se yergue, como un lirio doblado, con un agua nueva —tiene mucho Cossío de tierno vegetal y de rico mineral; pocos hombres me han parecido tan paisaje— […]. Hablando él, un jardín se mueve al viento, la tierra olea bajo nosotros, como un mar sólido, y somos todos marineros del entusiasmo.»
Juan Ramón Jiménez, El Sol, 6 de octubre de 1931
Actividad misionera y misioneros
«Las Misiones son tan útiles para los que las dan como para los que las reciben. No es poco que los misioneros traigan a Madrid el descubrimiento de la inteligencia de los aldeanos. Pero es que descubren otras muchas cosas que se pueden resumir en el ver el campo como es, si es que tienen vista. Y esto es cosa que puede influir no poco en todas las direcciones. Aun hoy que ya se conoce mucho mejor, son tantos los descubrimientos a hacer en el campo que para la masa ciudadana resulta todavía una revelación.»
Patronato de Misiones Pedagógicas, misión a La Cuesta y el Carrascal (Segovia), 1932
«La poesía les produce un extraño respeto, traducido en el silencio más hondo de la sesión; la sienten en totalidad, sin análisis, y la aplauden con calor, raramente la comentan. La música, aun la que para ellos es desconocida, les despierta ecos, la acompañan con movimientos de cabeza, se unen inmediatamente a ella. El cine les divierte y les deslumbra, desata el chorro de los comentarios; todos hablan y todos imponen silencio a los demás.»
Patronato de Misiones Pedagógicas, misión a Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara), 1932
«De la poesía prefieren la lírica a la narrativa, y de los romances los de sabor villanesco a los heroicos y maravillosos. De la música prefieren la voz humana a la instrumental. Del cine les interesa más lo conocido que lo exótico; les deslumbra la aparición de una gran ciudad, pero si en una ventana de la gran ciudad aparece un gato, les alegra la aparición del gato. Y sobre todo el cine fantasista de dibujos, que nunca comprenden bien la primera vez.»
Patronato de Misiones Pedagógicas, misión a Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara), 1932
El Servicio de Bibliotecas
«Porque esto es lo que principalmente se proponen las Misiones: despertar el afán de leer en los que no lo sienten, pues sólo cuando todo español no sólo sepa leer —que no es bastante—, sino tenga ansia de leer, de gozar y divertirse, sí, divertirse leyendo, habrá una nueva España.»
Manuel B. Cossío, 1931
«Son los muchachos, de ordinario, quienes mueven a leer a sus padres y hermanos. Libro que el chico lleva a su casa es leído por el resto de la familia.»
Patronato de Misiones Pedagógicas, informe del Servicio de Bibliotecas, 1934
«Y si los hombres han inventado el pintar, que, según parece, es cosa de lujo, siglos, muchos siglos antes de que se inventasen cosas tan útiles y necesarias como el hacer cacharros, azadones y arados, y si además han seguido pintando, tal vez por el ansia irresistible que sentirían de hacer cosas bellas, no debe ser enteramente una locura que la obra justiciera de las Misiones quiera llevar a los pueblos campesinos, para el goce y la enseñanza de que tanto disfrutan ya los cortesanos, unas modestas copias, al menos, de las mejores pinturas que como magnífico tesoro guarda la nación en sus museos.»
Manuel B. Cossío, 1932
«El local elegido en Pedraza era tan bajo de techo que algunos lienzos fue imposible apoyarlos contra la pared. Por ello no hubo otra manera de mostrarlos al público que desde el balcón…»
Patronato de Misiones Pedagógicas, crónica de la exposición del Museo del Pueblo en Pedraza, 1933
«Dábamos las charlas bastante tarde, ya de noche, cuando los mineros salían de sus negros pasillos. Venían al Museo muy arreglados y limpios, con sus trajes o blusas azules de domingo. Y esto sólo ya era conmovedor, y al comprender nosotros el homenaje, nos obligábamos para divertirles en lo posible, bien con música antes de empezar o dando a las explicaciones un tono risueño o de anécdota amable.»
Patronato de Misiones Pedagógicas, informe del Museo del Pueblo en Mazarrón (Murcia), 1934
«Desconocían en absoluto el cine y el gramófono; tanto que ni siquiera sentían la curiosidad de conocerlos. Fue para ellos una revelación; lo aceptaron, sin tiempo para interesarse por su mecanismo, con el deslumbramiento de un milagro; reían de todo con una sorpresa alegre de que se movieran las figuras, de que el gramófono cantara; comentaban y aplaudían continuamente. En el fondo sentían una misma emoción, una gran alegría.»
Patronato de Misiones Pedagógicas, misión a Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara), 1932
El Coro y Teatro del Pueblo
«El Teatro de Misiones […] había de ser recogido y elemental, ambulante, de fácil montaje, sobrio de fondos y ropajes. Y además educador, sin intención dogmatizante, con la didáctica simple de los buenos proverbios, pues también se había escrito en el programa espiritual de Misiones: “Acaso aprendáis pocas cosas de nosotros; pero quisiéramos ante todo y sobre todo divertiros noblemente”.»
Alejandro Casona, 1934
«Toda la música popular les encantaba, más la canción y mucho más lo segoviano de Marazuela. Todo esto removía los posos del alma, renovando las alegrías de la mocedad. Porque después del matrimonio se canta muy poco en las aldeas. Terminada la sesión hubo viejecillos, media docena, que recordaron canciones ya olvidadas, rondallas del Reinado, paloteos y romances. Algunos muchachos cantaban a los otros días alguna de las canciones que llevó Marazuela. Mujeres a quien nadie había oído cantar hace cuarenta años cantaron esa noche con el almirez.»
Patronato de Misiones Pedagógicas, misión de La Cuesta y el Carrascal (Segovia), 1932
«Las misiones llevaron desde el primer momento a los pueblos y dejaron en ellos libros para continuar aprendiendo y leyendo poesía; gramófonos para seguir oyendo buenas canciones y música bonita.»
Manuel B. Cossío, 1932
«Cossío me propuso escenificar algún romance. Elegí el de La doncella guerrera, por ser buena parte dialogado. […] Tuvo gran aceptación. En algún pueblo de la provincia de Burgos, su éxito fue francamente extraordinario; el público aplaudió todos los mutis o finales de escena. Al ensayar la obra, yo percibía que faltaba algo que evidenciase la gracia del final, cuando la doncella se fuga en su caballo. Fue Urbano Lugrís, que hacía su papel, quien tuvo la maravillosa y eficacísima ocurrencia de lanzar un brioso relincho —atribuido al caballo de la doncella, naturalmente— en el arranque de la fuga.»
Rafael Dieste, 1982
«El maestro, que es hoy la palanca más fuerte para el desarrollo de la civilización, es también el camino más fácil y seguro para llevar la ciudad a los campos. Yo, señores, confieso que tengo una fe inquebrantable en el maestro. Dadme un buen maestro, y él improvisará el local de la escuela si faltase, él inventará el material de enseñanza, él hará que la asistencia sea perfecta.»
Manuel B. Cossío, 1882
«Cuando al irme a dar el pasaporte me preguntaron los franquistas si sabía leer, contesté, tartamudeando: poco. No dije que era maestra. Puse “Mis labores” como profesión, fingí entender mal. Todos sentíamos terror a que nos colgasen la palabra intelectual en la solapa. Habíamos escuchado el “¡Abajo la inteligencia!”, gritado contra Unamuno por el general Millán Astray. Don Miguel palideció antes de contestar: “¡Venceréis, pero no convenceréis!”. Todos nos dimos cuenta de que la persecución había comenzado.»
María Luisa González de Vicens, s. a.
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