Como no era posible llevar el Teatro de las Misiones a todas partes y como dentro de las tareas «juglarescas» había, además de teatro y coro, recitación de romances y otras actividades, el Patronato se decidió a ampliar estos medios de expresión con la creación de un guiñol que llevó el título de Retablo de Fantoches. Este teatrillo se propuso cumplir las exigencias de un espectáculo culto sin renunciar a la frescura popular y al desenfado propios del género. La primera representación se hizo en Malpica (A Coruña) en octubre de 1933. El Retablo de Fantoches lo dirigía el escritor Rafael Dieste, quien lo surtió de farsas ideadas por él que, con el tiempo, transformó en comedias mayores. También, a petición de Cossío, hizo una adaptación del romance La doncella guerrera.