Pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios en 1907, viajó a Alemania para estudiar anatomía del Sistema Nervioso, primero en la Clínica Psiquiátrica de La Charité de Berlín, dirigida por Theodor Zihen, y más tarde en Múnich con Emil Kraepelin y Alois Alzheimer. Tras esta etapa alemana, Lafora visitó prestigiosas clínicas psiquiátricas francesas, como la de Valentin Magnan o la de Pierre Marie. A finales de 1909, recibió una propuesta de su amigo y mentor Nicolás Achúcarro —que quería volver a España— para que le sustituyera como patólogo en el Government Hospital for the Insane de Washington, ofrecimiento que aceptó a pesar de no dominar el inglés con soltura.
La estancia de Lafora en Washington, desde mayo de 1910 hasta septiembre de 1912, fue particularmente significativa en su trayectoria científica, ya que fue en este momento cuando llevó a cabo su aportación más precoz pero también más decisiva: la descripción, en 1911, de unos cuerpos intracitoplasmáticos, que identificó como amiláceos, en las células ganglionares del sistema nervioso de enfermos con epilepsia mioclónica. Tras algunos debates sobre la legitimidad y la prioridad del descubrimiento, la comunidad científica reconoció su hallazgo, acuñándose en la literatura médica internacional el término enfermedad de Lafora (Lafora’s disease).
En octubre de 1912 regresó a Madrid, donde se incorporó al Laboratorio de Fisiología Experimental del Sistema Nervioso, que Cajal creó para él en su instituto. En 1914 fue nombrado vicesecretario del Patronato Nacional de Subnormales y en 1916 se hizo cargo del Laboratorio de Fisiología Cerebral, anejo a la Residencia de Estudiantes.
Sus investigaciones en ambos laboratorios, creados en el marco institucional de la JAE, dieron lugar a una importante producción científica. Entre 1912 y 1922 publicó casi un centenar de trabajos, de los que al menos treinta y cinco fueron de investigación básica, tanto de histopatología (sobre poliencefalitis hemorrágica, parálisis general progresiva, enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Lafora y alteraciones cerebrales seniles y preseniles) como de fisiología experimental del sistema nervioso (fisiología y patología del cuerpo calloso).
En 1920, con el apoyo de Ortega y de Cajal, fundó los Archivos de Neurobiología. Fue, asimismo, uno de los inspiradores de la reforma psiquiátrica puesta en marcha durante la Segunda República. En 1933 fue nombrado Jefe de la Sala 2.ª de Mujeres Dementes del Hospital Provincial de Madrid, y elegido académico de número de la Academia Nacional de Medicina, cargo, este último, al que renunciaría un año más tarde como protesta por habérsele negado la entrada en la Institución a Pío del Río-Hortega. En 1935, Lafora fue elegido presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.
Tras un breve exilio en México, regresó a España en 1947 incorporándose al Instituto Cajal del CSIC. Hasta 1950 no fue indultado ni repuesto en su antigua jefatura de servicio en el Hospital Provincial de Madrid. Después de su jubilación, en 1955, mantuvo una consulta privada y siguió asistiendo a conferencias y reuniones científicas. En 1961 fue nombrado presidente de honor del Congreso de Neuropatología de Múnich, reconocimiento internacional a toda una vida dedicada a las neurociencias. |