Eduardo Hernández-Pacheco
(Madrid, 1872 - Alcuéscar, Cáceres, 1965)

Eduardo Hernández-PachecoEduardo Hernández-Pacheco y Estevan pertenece a las generaciones de científicos españoles cuya madurez vital y profesional coincidió de modo más pleno con la etapa de la Junta para Ampliación de Estudios y que, por tanto, más intensamente aprovecharon su impulso.
Tras cursar el bachillerato en Badajoz, decidió seguir la licenciatura en Ciencias Naturales, que estudió en Madrid y Barcelona. Tomó contacto con el ambiente modernizador de ciertos círculos reformistas y liberales en los que coincidieron el interés por el fomento de la ciencia y el aprecio a la naturaleza silvestre. De ambos rasgos participaría Hernández-Pacheco, quien los aprendió de sus maestros, naturalistas ligados a la Institución Libre de Enseñanza como el zoólogo Ignacio Bolívar y, sobre todo, los geólogos José Macpherson, Francisco Quiroga y Salvador Calderón.
Eduardo Hernández-Pacheco, siguiendo también en esto a sus maestros, mantuvo una permanente inquietud científica que le llevó a trabajar en diferentes áreas y a buscar la síntesis y la visión de conjunto. Por ello, además de geólogo, fue también geógrafo, paleontólogo y prehistoriador. Sobre la base de sus intereses iniciales en geología y geografía física, integró aspectos biogeográficos, paisajísticos y antropológicos. Pretendió siempre el cuadro de conjunto y la interdependencia de factores en ensayos como Rasgos fundamentales de la constitución e historia geológica del solar ibérico (1922), Síntesis fisiográfica y geológica de España (1932-1934) o Fisiografía del solar hispano (1955-1956). Quiso incluso construir una teoría científica del paisaje, que expuso en 1934 en El paisaje en general y las características del paisaje hispano. Muchos de estos intereses se relacionan con su actividad conservacionista en la Junta Central de Parques Nacionales, en cuyos trabajos participó con especial intensidad a finales de los años veinte y principios de los treinta.
Su currículo profesional tuvo un primer hito relevante en 1899, cuando se trasladó al Instituto de Córdoba como catedrático de Historia Natural. Allí comenzó a señalarse en la vida cultural —con conferencias y excursiones— y política —como concejal liberal en el ayuntamiento—. Pero la creación de la Junta y el apoyo brindado por ésta al Museo de Ciencias Naturales le darían la oportunidad de imprimir un giro de mucha mayor ambición a su carrera. Ya en 1907 se le comisionó para realizar investigaciones en Canarias. Y en 1910 ganó la cátedra de Geología Geognóstica y Estratigráfica de la Universidad Central, con la que accedió a la jefatura de la Sección de Geología y Paleontología Estratigráfica del Museo. En 1912, la Junta creó, vinculada al Museo, una Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas, de la que se nombró director al marqués de Cerralbo y jefe de Trabajos a Hernández-Pacheco, quien se convertiría desde 1923 en director de la misma tras el fallecimiento del primero en 1922. Además, en 1923 sumó a la cátedra de Geología una de Geografía Física en la misma universidad.
La preeminencia de Hernández-Pacheco en la ciencia oficial de su época es evidente. La diversidad de puestos y líneas de trabajo requirió obviamente la colaboración de colegas y discípulos, entre ellos su hijo Francisco Hernández-Pacheco de la Cuesta. Pero, evaluadas retrospectivamente, su movilidad y su capacidad de trabajo resultan asombrosas. Su actividad le llevó continuamente al campo y a expediciones que abarcaron toda la Península, las Canarias y el norte de África. Traspasando los límites académicos de la ciencia buscó activamente la participación en otras empresas, entre las cuales destaca su intervención en la primera política de conservación de la naturaleza.
Al término de la guerra civil, y a pesar de su filiación liberal y republicana, Hernández-Pacheco pudo permanecer en la España del nuevo régimen franquista, que optó en este caso por la tolerancia y por retener a una figura de prestigio en puestos visibles de la capitidisminuida comunidad científica. En esta última etapa aún mantuvo una considerable producción científica y se dedicó sobre todo a elaborar amplias obras de recopilación y síntesis. No pudo continuar, sin embargo, en la política de conservación, ya que las nuevas autoridades no establecieron cauces de participación en ella para la universidad ni para ninguna otra instancia académica o cívica.

Santos Casado
Fuente: catálogo El laboratorio de España. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907-1939)