Francisco Giner de los Ríos
(Ronda, 1839 - Madrid, 1915)

Francisco Giner de los RíosEs a Francisco Giner de los Ríos a quien se debe el diseño original de la Junta para Ampliación de Estudios. Fue uno de los principales líderes intergeneracionales de la Edad de Plata de la cultura española y, por encima de ello, uno de los inspiradores de la actual España democrática. Sus proyectos y enseñanzas se han convertido en semilla de la España plural y tolerante que todavía en este comienzo de siglo y de milenio se puede considerar «en construcción».
La biografía de Giner está estrechamente ligada a la historia del liberalismo español de entresiglos. Nacido en una familia de la nueva clase media isabelina, con una arraigada tradición jurídico-política, Giner cursa sus estudios universitarios en Barcelona y Granada. En 1963 llega a Madrid de la mano de su tío el político liberal Antonio de los Ríos-Rosas, en un momento de gran efervescencia, gracias a los años de gobierno de la Unión Liberal. Inmediatamente entra en contacto con el grupo de intelectuales nucleados en torno al Ateneo y al Círculo Filosófico madrileños, muy especialmente con Julián Sanz del Río, del que se convertirá en principal discípulo y en colaborador tan estrecho que, a su muerte en 1869, los krausistas europeos le reconocieron sin vacilar como su sucesor y jefe de la escuela krausista en España.
En 1866, con sólo veintiséis años, consigue la cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional en la Universidad Central. Participa activamente en el movimiento cultural y político que se propone modernizar España, la abre a las corrientes intelectuales y científicas internacionales, y desemboca en la Revolución Gloriosa de 1868 que derrocó a Isabel II, iniciando la primera experiencia democrática hispánica. El fracaso de dicha experiencia marca decisivamente la biografía del joven catedrático, quien en aquellos intensos años concluye que la incorporación de la sociedad española a la modernidad tendría éxito duradero si se fundamentaba en una transformación profunda por medio de la educación y del cultivo de la ciencia; pero esta transformación únicamente sería posible si se movilizaba a toda la población, no sólo a sus intelectuales o a las clases dirigentes.
El primer instrumento concebido por Giner para llevar a cabo sus propósitos fue la Institución Libre de Enseñanza, un proyecto estrechamente ligado a la llamada «cuestión universitaria» que, en defensa de la libertad de cátedra, llevó a Giner y a otros catedráticos a ser separados de sus empleos dos veces: por uno de los últimos gabinetes de Isabel II y por el primero de su hijo Alfonso XII. En esta segunda ocasión, Giner estuvo confinado en Cádiz, y fue entonces cuando comenzó a esbozar el proyecto que fraguó en el verano de 1875, en la casa del científico Agustín González de Linares, en el valle de Cabuérniga. Meses después se iniciaban las clases de la Institución, pero probablemente en el Madrid de entresiglos no existían las condiciones para que se pudiera desarrollar una universidad privada y laica. Tras un primer impulso de relativo crecimiento, la matriculación de alumnos fue descendiendo, hasta que en 1882 los profesores expedientados fueron repuestos en sus cátedras por el Gobierno liberal, que había llegado al poder el año anterior. Giner y sus colaboradores decidieron impartir la docencia en la universidad pública, reservando la ILE para la enseñanza primaria y secundaria. Desde entonces, Giner ejerció siempre de forma simultánea la docencia en el doctorado universitario y en la escuela de la Institución. En ambas fue maestro de varias generaciones de españoles. En lo esencial, su pedagogía no sólo fomentaba por igual el cultivo de las ciencias de la naturaleza y las humanidades, o el diálogo entre ellas; también procuraba romper el aislamiento en el que hasta entonces habían vivido los alumnos, propugnando la defensa de la libertad docente y científica y la unidad metodológica de todo el proceso educativo. Se sustituyeron calificaciones y exámenes por un seguimiento continuo del alumno, que se convirtió en el protagonista de todo este proceso, y se hizo de la experiencia —basada en la observación y el disfrute de la vida y la naturaleza— el principal objeto de conocimiento.
En 1884, la Institución se instala en una quinta con un pequeño jardín en lo que entonces eran las afueras de Madrid, en el paseo del Obelisco. Desde esa fecha, ésta será la casa de Giner y de las familias Cossío y Rubio, pero también la de todos cuantos crecieron al calor de Giner y de la ILE, y en ella alentará el núcleo del liberalismo radical institucionista en el que se fraguará un proyecto modernizador pragmático, tolerante, pluralista y el de más largo alcance de la historia contemporánea española. Y esta casa será el «laboratorio pedagógico» en el que se ensayarán muchas de las reformas luego aplicadas por los institucionistas fuera de sus muros. De todo ello va a participar la Junta, concebida por Giner en estas dos últimas décadas del siglo xix.
El retrato que hacen del Giner maduro muchos coetáneos, y el que nos muestran las fotografías, es el de un hombre menudo, de barba cuidada y prematuramente blanca, de ojos oscuros, penetrantes, que solían encenderse como su carácter —«fuego con viento», según Juan Ramón, quien también escribió que «parecía que hubiera encarnado cuanto hay de ardiente, de tierno, de agudo en la vida: la flor, la llama, el pájaro, la cima, el niño»—. La expresión amable, a veces retraída, otras casi mística, como en la hermosa cabeza que le pintó Sorolla, que nos recuerda a una del Greco. Infatigable andarín, camina diariamente con sus discípulos de la universidad a la casa del Obelisco, los domingos por El Pardo, y en las vacaciones hace largas excursiones, las más de las veces andando. Irene Claremont, mujer de Castillejo, le evoca así: «los ojos y la sonrisa inolvidables […]. Al hablar miraba ladeando ligeramente la cabeza. Se levantaba todos los días a las cinco de la mañana y trabajaba cinco horas antes de desayunar. Él mismo se limpiaba la alcoba y todos los días se mudaba la camisa blanca». Resuena en este último detalle la divisa que, según Constancio Bernaldo de Quirós, solía predicar de sí mismo don Francisco: «cada vez más radical y con la camisa más limpia».
Giner murió el 18 de febrero de 1915 en la casa del paseo del Obelisco, como escribió ese mismo día Juan Ramón Jiménez, «en su celda blanca y pobre, […] entre sus flores y su romero». Una muchedumbre despidió al maestro en el cementerio civil, con emoción y austeridad, con «un duelo de labores y esperanzas», según la hermosa elegía de Antonio Machado.
Un maestro que se esforzó siempre por mantenerse atento a cuanto lo rodeaba y, a la vez, cultivó su espíritu crítico, de modo que su indudable fidelidad a la herencia ilustrada y liberal en la que se formó —sin confundirla nunca con la obediencia ciega a ningún credo, ni siquiera krausista— se revelaba siempre en una extraordinaria apertura y capacidad de diálogo con la cultura de su tiempo, incluidas las corrientes más críticas con el positivismo.
Tras la guerra civil, la ILE fue ilegalizada y todos sus bienes incautados, en virtud de un Decreto de 17 de mayo de 1940, «por sus notorias actuaciones contrarias a los ideales del Nuevo Estado». Pero la obra de Giner y de la ILE pudo sobrevivir gracias a la labor desarrollada por los institucionistas en el exilio exterior e interior.
Giner publicó diferentes estudios de derecho, filosofía, sociología y pedagogía que, en su mayoría, fueron recogidos en unas Obras completas, editadas por la fundación que, tras su muerte, continuó la labor de la ILE bajo la dirección de Manuel B. Cossío. Pero lo más importante de la obra de Giner se encuentra en las dos revistas que fundó: el Boletín Revista de la Universidad de Madrid y, posteriormente, el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, sin duda la publicación pedagógica de referencia en el Madrid de entresiglos y, al tiempo, una de las principales fuentes para la historia intelectual de la Edad de Plata.

José García-Velasco
Fuente: catálogo El laboratorio de España. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907-1939)