(Primeras poesías, XXIII)
Escondido en los muros
Este jardín me brinda
Sus ramas y sus aguas
De secreta delicia.
Qué silencio. ¿Es así
El mundo? Cruza el cielo
Desfilando de paisajes
Risueño hacia lo lejos.
Tierra indolente. En vano
Resplandece el destino.
Junto a las aguas quietas
Sueño y pienso que vivo.
Mas el tiempo ya tasa
El poder de esta hora;
Madura su medida
Escapa entre sus rosas.
Y el aire fresco vuelve
Con la noche cercana,
Su tersura olvidando
Las ramas y las aguas.