En noviembre de 1931 Cernuda se incorpora a una ambiciosa iniciativa educativa del nuevo gobierno republicano: las Misiones Pedagógicas. Aunque al principio su labor se limita a surtir de obras clásicas de la literatura española y universal a las bibliotecas de las escuelas nacionales, en 1932 el poeta se une a un grupo de voluntarios que lleva la cultura a algunos de los pueblos más remotos de Castilla y Andalucía, misión en la que seguirá trabajando hasta 1936.
Desempeña su labor en el Museo del Pueblo, un pequeño museo ambulante formado por copias de cuadros famosos del Prado, hechas por jóvenes pintores como Ramón Gaya, Juan Bonafé y Eduardo Vicente. Mientras otros miembros de las Misiones se encargan de transportar y colocar la exposición itinerante, Cernuda comenta los cuadros a los que se acercan.
Las visitas a los pueblos españoles suponen para él, entre otras cosas, ver de cerca el retraso social y cultural en que vive sumido gran parte del país. Por estas fechas, la conciencia social de Cernuda se agudiza y en otoño de 1933, publica en la revolucionaria revista de Rafael Alberti, Octubre, un breve texto de adhesión al movimiento comunista. No llega, sin embargo, a ser miembro del Partido y el texto mismo sugiere que su conocimiento del marxismo es más que precario. El poeta expresa un rechazo total del sistema capitalista, pero para sustituirlo no vislumbra más que un romántico regreso a la naturaleza. Con todo, durante estos años Cernuda mantiene una estrecha amistad con intelectuales y artistas que muestran una honda preocupación social.