Último
número
Números anteriores
1 | 2 | 3 |
4 | 5 | 6 |
7 | 8 | - |
La nueva arquitectura y
el asimétrico diálogo entre Barcelona y Madrid
Estrabismo
barcelonés
Ignasi de Solà-Morales
La creación del Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC) y su órgano de expresión, la revista A.C. Documentos de Actividad Contemporánea, en 1930, dos años después de la visita de Le Corbusier a España, fomentó el intercambio entre Madrid, Barcelona y el País Vasco. Ignasi de Solà-Morales Rubió, arquitecto y catedrático del departamento de Composición Arquitectónica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, relata lo que esta relación supuso. |
La Residencia de Estudiantes tiene, entre otros, el privilegio de haber sido el lugar donde Le Corbusier dio sus dos primeras conferencias en España, en 1928. Citar este episodio no es banal. De los viajes y conexiones españolas de Le Corbusier se deducen no pocos de los nexos que durante el periodo republicano caracterizan las posiciones de vanguardia que se desarrollaron en España. Como es bien sabido, la invitación que parte de Fernando García Mercadal, que ya había conocido a Le Corbusier en París, y de los arquitectos y críticos más conectados con la Residencia, Martín Domínguez, Bergamín, el crítico Moreno Villa, etc., da pie a una primera conexión entre los jóvenes innovadores de Madrid y Barcelona. El joven Josep Lluís Sert, entonces todavía estudiante de arquitectura en Barcelona y ya activo animador cultural, aprovecha la ocasión para proponer a Le Corbusier, a su regreso, un breve desvío hasta Barcelona para dar también allí una conferencia sobre la nueva arquitectura propagada por el arquitecto de L'Esprit Nouveau. Estas dos fotos fijas nos muestran a dos de los personajes de las conexiones entre Madrid y Barcelona en los siguientes años: de un lado, Fernando García Mercadal, brillante proyectista, viajero curioso por Centroeuropa e incisivo conocedor de muchos de los arquitectos y obras de la nueva arquitectura. Del otro lado, Josep Lluís Sert, minucioso y elegante diseñador, cosmopolita de nacimiento y futuro activista en la escena de la cultura arquitectónica europea a la sombra de su maestro Le Corbusier. Modernización de la académica cultura arquitectónica española Cuando en 1930 en un hotel de Zaragoza estos dos personajes, acompañados de otros inteligentes y activos colegas, fundan el Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (CATEPAC), podemos decir que el encuentro en torno a Le Corbusier dos años antes comienza a actuar como un verdadero proyecto cultural para la modernización de la académica cultura arquitectónica española. El planteamiento del GATEPAC es triangular. Un grupo Centro, Madrid; un grupo Este, Barcelona, y un grupo Norte, San Sebastián. En Madrid, los arquitectos llamados, como los poetas, de la generación del 25. En Barcelona y en San Sebastián, dos grupos de arquitectos jóvenes en torno a los veinticinco. El nexo en común: la publicación de una revista que se presenta como órgano de las preocupaciones e intereses comunes, A. C. Documentos de Actividad Contemporánea, con redacciones en las tres ciudades pero producida desde Barcelona por el propio J. L. Sert y, sobre todo, por su más leal amigo y brillante arquitecto innovador, Torres Clavé, quien es, finalmente, el verdadero motor de esta publicación. Releer las páginas de los veinticinco números de esta revista, publicada entre 1930 y 1937, constituye un ejercicio interesante también para entender las relaciones entre la cultura arquitectónica de vanguardia de Barcelona y Madrid. Digamos en primer lugar que, aun cuando la revista parte del planteamiento triangular equidistante que regía también en el GATEPAC, su difusión en Cataluña era superior a la que tenía en Madrid y su área de influencia española y todavía mayor en relación a su difusión en el País Vasco, tal como corroboran las cifras de suscriptores conocidos a través de los archivos de la propia revista. Si he titulado este breve texto con la expresión «Estrabismo barcelonés» es porque me parece que las miradas y contactos mutuos sufren algo que me parece bastante frecuente en las relaciones culturales barcelonesas. Madrid es, por infinitas razones, el interlocutor evidente. Pero desde Barcelona este diálogo está siempre sometido a la tensión de una mirada que, si bien está interesada en lo que se hace y piensa en la capital de España, siempre mantiene un ojo distraído, que mira hacia otra parte, en una mezcla de desconfianza y cosmopolitismo. En A. C. los temas comunes a toda España tienen una clara presencia, aunque ésta sea mayor en los primeros números que en los últimos. Pero al mismo tiempo, esta atención española, por supuesto también a lo que se proponía y se hacía en el País Vasco, tiene un punto de fuga que aleja progresivamente el proyecto a tres bandas hacia la atención centroeuropea y, sobre todo, parisina. Simétricas atenciones, intercambio bilateral El marco de interés madrileño, como bien muestran otras revistas, con relación a la nueva arquitectura, era prioritariamente germanófilo y en algún caso italiano. El marco catalán sería, en buena parte, de estricta observancia lecorbusierana. Hay una serie de temas comunes para los cuales se desarrolla un discurso común. La crítica a las escuelas de arquitectura y el modo académico de enseñar: formalista, historicista, retórico. Los mismos «palos» sobre los arquitectos consagrados y reconocidos en una y otra ciudad, como también sobre los orondos catedráticos de las dos únicas escuelas de arquitectura españolas de la época. Crítica racional frente a lo que se considera injustificado, técnicamente retardatorio en las arquitecturas asimiladas a la pastelería de Eusebio Bona o de Teodoro Anasagasti. La visión urbana de la arquitectura y la conexión entre las entonces separadas disciplinas de la arquitectura y el urbanismo reciben una común atención. El plan Zuazo -Jansen primero- y sus desarrollos por la oficina municipal de Madrid son objeto de publicaciones en dos números distintos, algo que también sucederá para el caso de la ciudad de Barcelona que, no sólo a través del llamado Plà Macià, hecho por el GATEPAC -la sección catalana del GATEPAC-, sino en colaboración con Le Corbusier, será objeto de amplia difusión en sus distintos aspectos en las páginas de la revista. Edificios singulares madrileños: la Casa de las Flores, el Cine Fígaro, las obras para la Plaza de Madrid o la arquitectura escolar y universitaria serán algunos de los temas ampliamente documentados, de la misma manera que lo serán la Ciutat de Repos i de Vacances, la Casa Bloc o el Dispensario Antituberculoso en el caso de Barcelona. Pero estas atenciones simétricas, que demostraban también relaciones personales y de intercambio similares, se hacen más ligeras, más unilaterales, durante y después del Bienio Negro. A. C., cuyos dos últimos números se publican durante la guerra civil, 1936 y 1937, se escorará hacia contenidos centralmente catalanes y barceloneses, introducirá textos en lengua catalana y acabará, en el famoso número 25, convirtiéndose en una voz más de la resistencia antifascista desde la óptica del gobierno republicano, pero, sobre todo, desde la deriva que los hechos introdujeron en las duras y difíciles preocupaciones vividas por los arquitectos de un GATEPAC que acabaría disolviéndose en el Sindicat d'Arquitectes de Catalunya como portavoz de los cambios producidos por la revolución popular en todos los posibles foros internacionales. El número 25, el último, trilingüe en castellano, catalán y francés, está dedicado casi en exclusiva al proyecto del GATEPAC para la renovación del casco histórico de Barcelona. No hay noticias ni de Madrid ni de San Sebastián. La última página de la revista tiene pegado, como en un collage, la reproducción del famoso dibujo de Joan Miró de un payés con barretina alzando el fuerte brazo con el puño cerrado, con el texto, esta vez sólo en francés, «Aidez l'Espagne». |