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Pinar, 23. 28006 Madrid.
Tel.: 91 563 64 11
Copyright©1999
Fundación Residencia de Estudiantes

La residencia vista por
Arturo Sáenz de la Calzada arquitecto

Arturo Sáenz de la Calzada (La Braza, Álava, 1907) fue residente entre los años 1923 y 1933, mientras realizaba estudios de arquitectura. Tras la guerra civil se exilió a México, donde actualmente reside. A continuación se reproduce un extracto de una entrevista realizada en 1990, que forma parte del Archivo de fuentes orales de la Residencia de Estudiantes, una colección de conversaciones grabadas, hasta ahora inéditas, de antiguos residentes y otras personas que tuvieron protagonismo en la vida cultural de los años veinte y treinta.

Si no hubiera vivido los años decisivos de mi formación en la Residencia sería distinto, seguramente, de lo que soy hoy. La Residencia de Estudiantes fue decisiva y guardo un recuerdo gratísimo y muy próximo. Muchas cosas de aquel entonces están más cercanas a mí que acontecimientos de hace pocos años y lo mismo creo que les sucede a casi todos los que vivieron en la Residencia y supieron asimilar el ambiente que había aquí. [...] Poco a poco se iba uno dejando absorber por el clima inefable de espiritualidad que había en la Residencia y que se apoderaba de uno. Todos los que nos identificamos con su espíritu y permanecimos fieles a él le debemos mucho de lo mejor que en nosotros puede haber ahora. Aquella educación humanística liberal nos libró para siempre de la hemiplejia mental, de la pobreza moral del sectarismo. [...] Eso era lo formidable de la Residencia, que había un ambiente de respeto a la condición humana, de fe en el hombre, que nos hacía comprender y considerar como benéficas las opiniones diversas y aun contrarias. Una de sus funciones era contribuir a crear una minoría de gente que pudiera influir después en la vida del país, con ese espíritu de la casa de tolerancia, de convivencia y de comprensión, con la conciencia de que los avances profundos y los cambios perdurables en los pueblos sólo son asequibles a través de una dilatada, paciente y perseverante labor de transformación de la personalidad humana. Por lo demás, la Residencia nunca fue elitista ni tuvo la pretensión de que de aquí salieran futuros gobernantes de la nación. Se pensó únicamente en que saliera de la Residencia gente formada que pudiera influir