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La
modernización desde Cataluña por el profesor Cacho
Viu
Octavio Ruiz Manjón
La presentación del libro póstumo del profesor Vicente Cacho Viu, El nacionalismo catalán como factor de modernización (Quaderns Crema-Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 1999), reunió el pasado 10 de marzo en el Ateneu Barcelonés a Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Catalunya; Albert Manent, escritor e historiador; Jaume Vallcorba, director de Quaderns Crema, José García-Velasco, director de la Residencia de Estudiantes, y Octavio Ruiz Manjón, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid y albacea de Cacho. Reproducimos a continuación las palabras de Octavio Ruiz Manjón en las que recuerda el proceso de elaboración del libro. |
El original de El nacionalismo catalán como factor
de modernización me lo entregó Vicente a comienzos de noviembre de
1997, el mismo mes en que murió, con indicaciones muy precisas: Si llega a saber que el libro tardaría más de un año en editarse seguro que nos hubiera dicho de todo pero la verdad es que, al margen de los retrasos impuestos por algunas cuestiones legales, yo no puedo tener más que palabras de agradecimiento para Pepe y para Jaume porque han puesto todo el cariño del mundo en esta edición. Así como para Albert Manent, que acogió con excelente disposición la sugerencia de Vicente Cacho para que redactase un prólogo, que a mí me ha parecido excelente tanto por su profundidad como por la finura literaria de muchos de sus pasajes. En una de las anotaciones personales de Vicente, que eran muy detalladas con el reflejo diario de la marcha de sus trabajos y que ofrecen una imagen muy precisa de lo que fueron sus objetivos de investigador desde que se instaló en Barcelona, se reseña esa primera estancia barcelonesa de acuerdo con su temprana costumbre de utilizar palabras de un catalán que llegaría a saborear a fondo, aunque raramente se atreviera a hablarlo: «Desde tardor 1972 fins tardor 1982». Fueron aquéllos unos años en los que, tras una desagradable experiencia universitaria inicial, que no haría ninguna mella en su forma optimista de encarar la vida, se asentó en el Ateneu Barcelonés gracias a las buenas gestiones de su amigo Salvador Ponso, con el que había colaborado muchas veces en la calidad común de técnicos del antiguo Ministerio de Información y Turismo. El Ateneu es fundamental en la formación de este libro, que no hubiera sido posible sin los fondos de su biblioteca y sin el clima de tolerancia que, encarnado en los tres presidentes que aparecen citados en la dedicatoria, Andreu Brugués i Llobera, Josep Andreu i Abelló y Jordi Maragall i Noble, encontró en esta casa. Aquí transcurrieron durante más de diez años muchas de las horas de Vicente, con un trabajo que él gustaba de contabilizar cuidadosamente, mientras le llegaban por las ventanas de su despacho –abiertas a la menor oportunidad que brindara el clima mediterráneo– los rumores del jardín a los que alude en su reflexión sobre las memorias de Cambó. Desde 1972 a 1975, y de nuevo de acuerdo con sus notas, trabajó meticulosamente en las fuentes catalanas y perfiló el primer esquema de su estudio sobre el nacionalismo, de manera que en el verano de 1975 apareció un primer fruto que es el artículo sobre Josep Pijoan y la Institución Libre de Enseñanza, que se publicaría poco después en Ínsula y que ahora forma parte del último capítulo de este libro. A finales de 1975 apuntaba en sus notas que había preparado un nuevo esquema sobre el libro del catalanismo, que ya veía como un estudio autónomo. A comienzos de 1976 anotaba con satisfacción que había sido citado por primera vez en un libro en catalán. Se trataba de la biografía que Enric Jardí realizara sobre la figura de Puig i Cadafalch. A partir de entonces, con un ritmo que algunos juzgarán parsimonioso, pero que siempre se mantuvo fiel a los esquemas inicialmente trazados, se fueron publicando los diferentes estudios que ahora reciben acogida en ese volumen. Muchos de ellos, publicados en Madrid, representan una faceta que también creo oportuno resaltar en la trayectoria académica de Vicente Cacho. La del intelectual que venido de fuera de Cataluña dejó en esta tierra lo mejor de sus afanes y, vuelto a Madrid por sus actividades profesionales, nunca cejó en su voluntad de tender puentes entre Barcelona y Madrid. A esa voluntad correspondió su participación en la exposición Cien años de la cultura catalana, celebrada en Madrid en el verano de 1980; la creación del seminario Joan Maragall que impulsaría desde la Fundación Ortega y Gasset, y su trabajo para la exposición Barcelona-Madrid. 1898-1998. Sintonies y distàncies, cuyo catálogo quedó sobre la mesa de trabajo en aquel mes de noviembre de 1997. Para terminar, les contaré cómo hace unos días, en conversación con unos amigos en Madrid que también admiran la obra de Vicente Cacho, me preguntaron por las razones últimas del interés de Vicente por esta tierra catalana. Les respondí que a mi parecer Vicente experimentó siempre una profunda admiración por la solidez de la trama civil de la sociedad catalana, que le parecía en relación directa con la maduración de las posturas nacionalistas y de su temprana aceptación de las formas democráticas. |