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Copyright©1999
Fundación Residencia de Estudiantes

José Moreno Villa
grabador

Juan Pérez de Ayala
Las dos planchas de zinc de los grabados aquí reproducidos, que se cree que forman parte de los papeles y documentos que José Moreno Villa dejó en la Residencia antes de su marcha al exilio, fueron donadas por Alfonso Pérez Sánchez, director honorario del Museo del Prado y albacea de la testamentaría del profesor Diego de Angulo Íñiguez, a la cual pertenecían, en una muestra más de su amistad con la Residencia de Estudiantes. Gracias al entusiasmo de Juan Carrete, subdirector de la Calcografía Nacional, y de su equipo, fue posible realizar a finales de 1996 una tirada de cinco y seis estampas de cada plancha. Juan Pérez de Ayala, especialista en la figura de José Moreno Villa, reciente editor de sus Poesías completas y comisario de la exposición que sobre el pintor y poeta malagueño alberga actualmente la galería Guillermo de Osma, nos acerca en este artículo a su faceta de grabador.

Si en algo destacan los dibujos de José Moreno Villa es en la pureza de la linea y en la simplicidad de la forma. Dos cualidades que le convertían, además, en un excelente retratista y en un gran ilustrador. Las revistas poéticas y literarias de la época acudieron en muchas ocasiones a él –en La Gaceta Literaria de Madrid, sobre todo en los años 1927 y 1928, nos encontramos con una magnífica «galería de retratos»–, o bien el propio Moreno Villa gustó de publicar poemas y prosas acompañados de dibujos a linea. Bastaría recordar sus tres grandes series: «Schola Cordis», Litoral, 1926; «Taurus-Equus-Amor», Verso y Prosa, 1928, y los «Paisajes líricos a punta seca» de la revista Sur en 1933; sin olvidar sus libros Pruebas de Nueva York, 1927, y Jacinta la pelirroja, «poema en poemas y dibujos», de 1929. Estas circunstancias, o virtudes, debieran haberle inclinado –de una manera más decidida– hacia el grabado, pero la obra gráfica de Moreno Villa es sorprendentemente escasa.

En diciembre de 1927 Moreno Villa realiza su primera exposición individual en el Salón Chrysler, un garaje –o tienda de coches– de la avenida Pi y Margall, hoy Gran Vía, de Madrid. Entre los motivos que movieron a Moreno Villa a elegir este insólito lugar el más importante quizás fue la limpieza del espacio, es decir, la desnudez de las paredes, y la gran cantidad de luz que entraba por las cristaleras-escaparates. El que sus obras estuvieran colgadas en compañía de los últimos modelos de la casa Chrysler supongo que daría a la exposición un aire singular y acentuaría una intención claramente buscada. Aún no se sabe cuáles fueron las circunstancias que llevaron a Moreno Villa a poder realizar su primera exposición en sitio tan particular pero, desde luego, no ha habido en la historia de nuestra vanguardia otro caso parecido.

Y así, entre coches americanos último modelo, Moreno Villa expuso veintinueve obras, diez de ellas grabados. La mezcla de estilos –característica de las exposiciones que realizó Moreno Villa– también era un muestrario de las diferentes técnicas en las que se movía el pintor: óleos, dibujos, acuarelas y grabados.

Por el catálogo de la muestra sabemos que presentó una serie de grabados inspirados en el Polifemo y Galatea de Góngora –no hay que olvidar que corría el año 1927–, serie de la que se desconoce el paradero y la intención –¿ilustraciones para una edición prevista en los actos que se estaban celebrando con motivo del centenario de Góngora?–, pero no desespero en que, algún día, aparezca.

Tendrán que pasar cinco años para volver a tener noticias de la obra gráfica de Moreno Villa cuando, en 1932, realice su gran exposición antológica en las salas del Museo de Arte Moderno de Madrid, dirigido por su amigo Juan de la Encina. Expuso unas cuarenta obras, entre óleos, dibujos, grabados y «grafumos», y parece que tuvo un cierto éxito de ventas. No se conoce la lista de obras expuestas ni, a día de hoy, se tiene noticia de la existencia de un catálogo impreso, pero sí se conocen algunas de las que mostró y vendió. Entre ellas, las que adquirió el propio Museo de Arte Moderno, y que hoy se encuentran en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, a saber: Bodegón, óleo de 1927, y los grabados Radioaficionado (20 x 24,5 cm) e Interior (21 x 24,5 cm), ambos firmados y fechados en 1927.

Si a estos dos grabados unimos los otros conocidos (uno en los fondos de la Biblioteca Nacional de Madrid y los dos que aquí se reproducen) el número total es muy reducido: cinco grabados. De estos cinco, sólo los dos del mncars están fechados, pero los otros tres deben de estar realizados en el mismo año de 1927. Con lo cual, la primera conclusión a la que se puede llegar es que Moreno Villa sólo realizó grabados en 1927 y en cantidad pequeña. La segunda conclusión es que el grabado de la Biblioteca Nacional (impreso en tinta sepia) pudo haber sido expuesto aunque no haya certeza de ello. Y la tercera conclusión que podemos deducir es que las dos planchas que hoy se conservan en la Residencia de Estudiantes pueden ser rigurosamente inéditas, es decir, no fueron impresas en su día.

Existen ciertas semejanzas entre el grabado de la Biblioteca Nacional, Cabra, y el Jinete y mujer recostada en una silla, aunque estas semejanzas se limiten, únicamente, a la repetición de las plantas «ocultando» o «plantando» a las figuras. (¿Clara intención de plantar las figu- ras o «correcciones» al dibujo de los pies y las pezuñas?) Por otro lado, la figura del jinete con el caballo encabritado suele aparecer en los dibujos de esta época, ya sea en paisaje de playa o en páramo. Otros detalles de este mismo grabado sitúan la acción en la finca familiar de Churriana (los remates de la entrada se encuentran descritos y dibujados en su artículo «Fisonomía del caserío malagueño», Archivo Español de Arte y Arqueología, 1925; o en el pastel Jardín de la casa de Churriana, de la Biblioteca Nacional, reproducido en el catálogo de la exposición José Moreno Villa, Madrid, Biblioteca Nacional, 1987, pág. 135). Mujer sentada y pájaros es un dibujo insólito en la obra de Moreno Villa, que tiende a repetir temas o a realizar variaciones sobre un mismo motivo, y, en mi modesta opinión, de una gran belleza en su ejecución. El banco o baranda sobre el que está sentada la figura, el paisaje que se adivina al fondo, me inclinan a volver a situar el escenario en tierras malagueñas. Acabemos este breve repaso a la obra gráfica de José Moreno Villa aludiendo a sus otros trabajos como grabador:

En 1931 inicia su serie de «grafumos» –grabados o grafías al humo realizados en el laboratorio de Juan Negrín en la Residencia de Estudiantes– que debido al lento proceso de ejecución abandonará pronto (se tiene conocimiento de tres grafumos coloreados y de otros cuatro monocromos). En México volverá a realizar otra pequeña serie de grafumos.

En 1937 realizará, en los talleres de Josep Renau en Valencia, una serie de litografías sobre la guerra civil que expondrá en Estados Unidos y México.

También se tiene noticia de la exposición de una serie de monotipos en la Casa de Altos Estudios de Mérida, México, en 1947.