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Edita:

Amigos de la Residencia de Estudiantes
Pinar, 23. 28006 Madrid.
Tel.: 91 563 64 11
Copyright©1999
Fundación Residencia de Estudiantes

Ciencia en la Residencia

La ciencia ha contado siempre con un espacio singular en la Residencia de Estudiantes, en la que han convivido históricamente la investigación de más alto nivel y la difusión del pensamiento científico. Hoy, la Residencia continúa esa tradición y sigue siendo un lugar de encuentro para investigadores de todo el mundo, que se alojan en ella, y para el público interesado, que acude a las conferencias, mesas redondas y a exposiciones como Un siglo de ciencia en España.

A la historia de la Residencia se asocian muchas de las principales figuras científicas de la España del primer tercio de siglo, desde Santiago Ramón y Cajal, que como presidente de la Junta para Ampliación de Estudios la visitó en varias ocasiones y apoyó públicamente su labor, hasta Severo Ochoa, que vivió en ella durante sus años de estudiante y se formó como investigador en sus laboratorios.

Laboratorios que se remontan al origen mismo de la Residencia, en 1910, cuando aún ocupaba provisionalmente unos hoteles en la calle Fortuny y Nicolás Achúcarro inició personalmente las enseñanzas experimentales para los residentes que estudiaban medicina o licenciaturas de ciencias. Posteriormente, al construirse los edificios de la Residencia en su sede definitiva de la Colina de los Chopos, uno de ellos se destina específicamente a este fin. Es el pabellón de Laboratorios, más conocido por el sobrenombre de «Transatlántico», donde se instalan sucesivamente varios de los mejores científicos españoles de la época y se inicia una doble labor de docencia e investigación.

Así, el Laboratorio de Fisiología, dirigido por Juan Negrín, en el que trabajaron, además de Ochoa, los entonces jóvenes investigadores Rafael Méndez, José Puche o Francisco Grande Covián; el Laboratorio de Histología, dirigido por Pío del Río Hortega; el de Anatomía Microscópica, a cargo del cardiólogo Luis Calandre; los de Química, Bacteriología, Genética y otros, que funcionaron en distintos momentos de la historia de la Residencia, entre 1910 y 1936, y por los que pasaron científicos de la talla de Paulino Suárez, Gonzalo R. Lafora y Antonio de Zulueta, entre otros. En la Residencia vivieron Miguel Catalán y Salvador Velayos, miembros destacados del vecino Instituto Nacional de Física y Química que dirigía el físico Blas Cabrera, participante a su vez de características tertulias en las que podían darse cita científicos como el propio Cabrera o Negrín con filósofos como Ortega o Unamuno. Vecino también, en el espacio y en el espíritu, fue y sigue siendo el Museo Nacional de Ciencias Naturales, cuyo director, Ignacio Bolívar, se contó siempre entre los colaboradores y amigos de la Residencia. No en vano ha sido la convivencia entre el pensamiento científico y el resto de la cultura una de las señas de identidad de una casa que contó entre sus conferenciantes con Carracido, Turró, Castellarnau o Marañón y también con figuras internacionales como Einstein o Marie Curie. Hoy la Residencia conserva y promueve aquel espíritu. Vuelve a ser un foco de difusión de las nuevas tendencias de la investigación científica, presentadas por sus protagonistas, como Roger Penrose, Manuel Patarroyo, Stephen Jay Gould o Franciso J. Ayala. Desde 1996 un nuevo ciclo, Ágora para la ciencia, mantiene un diálogo interdisciplinar en torno a los principales problemas de la ciencia contemporánea, expuestos por algunos de los mejores investigadores españoles, como Antonio García-Bellido, Ramón Margalef, Francisco J. Ynduráin, Francisco García Olmedo, Avelino Corma, Carlos Martínez o Juan Luis Arsuaga. Al tiempo, la Residencia de Estudiantes ha dedicado homenajes retrospectivos a figuras como Ignacio Bolívar, Blas Cabrera, Miguel Catalán, Juan Negrín, Luis Calandre o Cándido Bolívar, y, a través del Programa de recuperación de archivos que desarrolla su Centro de Documentación, ha reunido valiosos fondos documentales para la historia de la ciencia en España. Entre estas colecciones destaca el Archivo de la Junta para Ampliación de Estudios, probablemente el conjunto documental más importante para el conocimiento de nuestra ciencia en el primer tercio de siglo, pero también se cuenta con archivos personales de gran valor que gracias a la generosidad de sus herederos se custodian hoy en la Residencia, como el archivo y la biblioteca de Francisco Grande Covián o los papeles de Salvador Velayos.