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DaVinci Impresión:
Artes Gráficas Luis Pérez

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M. 4.793-1997

Edita:

Amigos de la Residencia de Estudiantes
Pinar, 23. 28006 Madrid.
Tel.: 91 563 64 11
Copyright©1999
Fundación Residencia de Estudiantes

Poesías completas de
José Moreno Villa
Juan Pérez de Ayala

Gracias al programa de coediciones acordado entre El Colegio de México y la Residencia de Estudiantes, y a la ayuda de la Agencia Española de Cooperación Internacional, se publica Poesías completas de José Moreno Villa, cuyo Archivo y Biblioteca se conservan en el Centro de Documentación de la Residencia. Con esta edición se empieza a conocer, aunque sea parcialmente, la obra total de este polifacético malagueño nacido en 1887 y fallecido, en México, en 1955. Se inicia esta recuperación con la poesía, «quizás su dueña más secreta» en palabras de Vicente Aleixandre, que ha sido la faceta más estudiada junto a su obra pictórica; pero, a la vez, y esto también sería aplicable a la pintura, la más fragmentada. En nuestro país existen muy buenos especialistas y estudiosos de la poesía de Moreno Villa pero, siempre o casi siempre, referida al primer tercio de nuestro siglo. La poesía escrita en sus últimos veinte años no ha despertado el mismo interés, lo que puede achacarse a la dificultad de acceso a estos materiales.

Moreno Villa se incorpora a la poesía en 1913 con la aparición de su primer libro, titulado Garba. Al año siguiente publicará El pasajero, en el que se incluye el largo poema «En la selva fervorosa», compuesto de 25 cantos, que hará exclamar a Eugenio d’Ors el anuncio del nacimiento del Juan Maragall de la poesía castellana, adjudicándole una «guitarra metafísica» que le empareja con Antonio Machado. Por estos años, Moreno Villa sentía la poesía como confesión: «Abrir el pecho ante los otros, confesarse a gritos como los antiguos cristianos, me parecía misión de poeta, noble y bella por sí».

Perpetuo descubrimiento

Diez años después, en 1924, al publicar Colección, poemario que reúne las diversas tendencias entre las que ha estado moviéndose su poesía desde 1917, Moreno Villa escribe una primera «Autocrítica» –recogida en Revista de Occidente– en la que confiesa: «Para mí la poesía es un perpetuo descubrimiento hacia el cual me disparo»; junto a estas declaraciones de principio: «Para inventar no se han dado reglas eficaces. Creo en el secreto de las cosas y en el resorte íntimo de la personalidad. Me gusta más perseguir fines que poseerlos».

Y este perpetuo descubrimiento hacia el cual siente el irresistible deseo de huir o dispararse, en esa persecución de fines sin afán de posesión, complaciéndose «en aprehender las palpitaciones de la linea en el viento» –si utilizamos las acertadas palabras con las que le retrató su amigo Alfonso Reyes– marcará su camino inmediato hacia una nueva ruptura poética.

Es en una carta de 1928, dirigida precisamente a Reyes, donde Moreno Villa vuelve a darnos las pautas de su viraje poético: «El espíritu se ahogaba ya en el sentimiento. La congoja no permitía respirar. Por eso rompí con la poesía mía. Y ahora me encuentro con el espíritu como con un caballo bravío; y me divierte su doma y el quedar rendido todas las noches, para despertar más fuerte y entrenado a la mañana». Estado de ánimo y actitud ante la poesía que preludian sus obras inmediatas, Jacinta la pelirroja, 1929, y las tres series de Carambas, 1931.

Para entonces, «el fenómeno poético es un estado de gracia» que no sabe «cómo poder dibujarlo con la pluma». Penetra en una «zona luminosa y sorda» donde mandan los contrarios, que son los que dan el claroscuro que Moreno Villa busca. Esta lucha de contrarios preside su siguiente poemario, Puentes que no acaban, 1933, que definió como de «angustias y problemas».

Pasarán tres años hasta la publicación de Salón sin muros, hermoso librito que contiene siete poemas, donde se inicia, o se anuncia, la última etapa de su poesía. Cumplidos los cuarenta y nueve años, el poeta se detiene a reflexionar. Y el resultado «deja, cerrado el libro, su corriente dentro de nuestra vida», como señaló Juan Ramón Jiménez.

Autocrítica

El 7 de mayo de 1937 Moreno Villa llega como refugiado a México, iniciando lo que será un exilio definitivo. Nunca regresará a España y morirá en tierra extraña, que es lo mismo que «morir en otro». Los últimos veinte años de su vida vienen marcados por esas circunstancias ajenas que «se han impuesto a la voluntad individual». Algo que, unido a la edad, hace que su poesía vaya «siendo cada vez más y más un monólogo con el destino».

Tres años antes de su muerte, Moreno Villa dejó escritas muchas páginas de autocrítica poética que fue publicando en periódicos mexicanos. En una de ellas, al hablar «Sobre lo que es la poesía para mí», señala que la poesía fue «válvula de seguridad para el espíritu, ritmo para acompasar la salida; comunicación afectiva con el prójimo; fijación de estados por los que pasa el yo ante la presión de las circunstancias; todo menos labor decorativa ni preocupa ción de un orden académico o escolar». Pero, además y ante todo, como escribe en otro lugar: «Ciega como el amor. Así es la poesía. Por encima de todo cálculo y juicio, se presenta y pide ser atendida. No le preguntéis al poeta por los móviles de su ocupación ni por las consecuencias en la vida. Os diría que el impulso poético es superior a toda lógica; que obedece a él por pasión y hasta por deber; deber de descargo sentimental o espiritual».

La voz de los amigos

A su muerte se levantaron las voces doloridas de sus amigos: «tenías una sonrisa señorial y una sensualidad pagana y andaluza», recordaba León Felipe; «vuelto el rostro desde el olvido lejano hacia los amarillos y los rosas y los azules del confín verdadero», le vería Vicente Aleixandre; «el amigo muerto va por mi memoria. / Para llorar toda su muerte / quiero seguir soñando», escribirá Manuel Altolaguirre; «oí que hablabas y escuché en mí mismo», dijo Emilio Prados. Y Octavio Paz continúa, en los años ochenta, reivindicando su figura como «el excelente poeta inexplicablemente olvidado por sus compatriotas».


JOSÉ MORENO VILLA, POESÍAS COMPLETAS
Edición a cargo de Juan Pérez de Ayala
Coed. con El Colegio México
Con la ayuda de: Agencia Española de Cooperación Internacional
P.V.P.: 4.000 ptas.
Amigos de la Residencia: 3.600 ptas.