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EL ARCHIVO DE LA PALABRA
y las canciones populares
Alfredo Valverde

La colección de voces de personajes ilustres, dialectos, melodías y ritmos populares reunida en los años 30 por el Centro de Estudios Históricos fue un ambicioso y vanguardista plan de investigación lingüística y musical. Los más de mil discos conservados en la actualidad fueron objeto de un proceso de regrabado en 1988 –cuyos resultados se conservan en el Centro de Documentación de la Residencia– y de reedición por la Residencia de Estudiantes de una selección de las grabaciones más significativas de los escritores, artistas y científicos más destacados de aquel momento.

El Archivo de la Palabra y las Canciones Populares, dirigido por Tomás Navarro Tomás, fue creado en 1930 como una nueva linea de trabajo de la sección de Filología del Centro de Estudios Históricos (1910-1939), destinada a reunir los materiales sonoros que proporcionaran información sobre lenguaje y música popular, especialmente los relativos a la cultura hispánica.

El Centro de Estudios Históricos, dirigido por Ramón Menéndez Pidal, era el instituto de investigación en humanidades de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas.

El proyecto

Los objetivos del proyecto de recopilación y producción discográfica recogían el interés por cuatro aspectos principales: la lengua española, literaria o correcta, en su uso corriente y en sus manifestaciones artísticas; idiomas y dialectos hablados en la Península y en los demás países hispánicos; testimonios autofónicos de personalidades ilustres, y canciones, melodías y ritmos populares y tradicionales.

Aprovechando los avances de los sistemas de grabación sonora que dejaban atrás los cilindros de cera –reproducidos en el fonógrafo de Edison– para dar paso a los discos planos, y teniendo en cuenta la especial preparación profesional que en esos momentos requerían las grabaciones, el Centro de Estudios Históricos acordó con la Columbia Gramophone Company, de San Sebastián, la instalación de sus equipos en el Centro para realizar las labores técnicas relativas a la inscripción y fabricación de discos y matrices de las grabaciones proyectadas.

Las investigaciones relativas a fonética o música popular y su inscripción fonográfica venían practicándose en el Centro de Estudios Históricos desde antes de la creación del Laboratorio de Fonética, en 1911, por Ramón Menéndez Pidal, que fue el primero en comprar un fonógrafo Edison y registrar romances cantados en cilindros de cera.

Al mencionado Laboratorio de Fonética, dirigido por Tomás Navarro Tomás, se le suma en 1916 una sección de Folklore, que tenía por objetivo la recopilación de letras y músicas de romances españoles, la edición de cancioneros musicales y la realización de un estudio de conjunto sobre la música popular española.

Las dos personas encargadas directamente del Archivo de la Palabra y las Canciones Populares fueron el experto en fonética Tomás Navarro Tomás y el folklorista asturiano Eduardo Martínez Torner.

Atlas Lingüístico de la Península Ibérica

Tomás Navarro Tomás, secretario del Centro de Estudios Históricos y discípulo de Menéndez Pidal, colaboró en la creación del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica y publicó estudios, que siguen teniendo plena vigencia, como el Manual de pronunciación española, de 1918, siguiendo métodos innovadores de investigación como el empleo de la radiografía, del paladar artificial y de los registros sonoros.

Eduardo Martínez Torner, musicólogo, folklorista y compositor, que vivió en la Residencia de Estudiantes de 1916 a 1920, se incorpora al Centro de Estudios Históricos con la misión de recopilar los romances tradicionales con sus correspondientes melodías de las provincias de León y Asturias, trabajo que pasaría a formar parte del Romancero Español que por entonces prepa-raba Menéndez Pidal. Además de su obra impresa –entre la que destacan los títulos Cuarenta canciones españolas, publicado por la Residencia de Estudiantes «como un repertorio familiar para los residentes», o Cancionero gallego, en colaboración con Jesús Bal y Gay–, Martínez Torner colaboró con las Misiones Pedagógicas haciéndose cargo del coro e impartiendo numerosas conferencias sobre temas musicales.

Subvencionado el proyecto por la Dirección General de Bellas Artes, será en 1931, siendo director Ricardo de Orueta, cuando se da comienzo a las primeras grabaciones dirigidas por Tomás Navarro Tomás, de las que extrae datos precisos sobre el español de aquellos años, así como de las maneras de decir de una representación de la cultura española en la voz de sus protagonistas.

La primera colección está formada por 29 discos con textos originales de sus autores en sus propias voces, grabados entre diciembre de 1931 y febrero de 1933, de los que se editaron 50 ejemplares de cada uno, exceptuando los de romances, de los que sólo se editaron 20. Corresponden a Azorín, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Ramón Me-néndez Pidal, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, Niceto Alcalá Zamora, Manuel B. Cossío, Ramón del Valle-Inclán, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Armando Palacio Valdés, Concha Espina, José Ortega y Gasset, Jacinto Benavente, Miguel Asín Palacios, Leonardo Torres Quevedo, Fernando de los Ríos, Ignacio Bolívar, Vicente Medina, José Vera, Mariano Benlliure, Eduardo Marquina, Manuel Linares Rivas y Ricardo León, junto a los romances recitados por Lorenzo Rodríguez Castellano, Estrella Sananes y Johebed Chocron, Enrique Borrás y Margarita Xirgu.

La segunda colección, también reunida por Navarro Tomás para trabajos lingüísticos, se compone de 146 discos de palabra –dialectos, recitados, alocuciones políticas–. El grupo más numeroso lo componen formas dialectales de alemán e inglés comprados a la Biblioteca de Berlín; por otro lado, están recogidas las voces de Catalina Bárcena, Ricardo Calvo, Josefina Díaz de Artigas, Enrique Borrás, Berta Singerman, Federico de Onís o Rafael María de Labra; discursos políticos de Miguel Primo de Rivera o Francesc Maciá, o la intervención del propio Navarro Tomás leyendo ejercicios de pronunciación.

A Eduardo Martínez Torner correspondió la recopilación de la tercera colección: canciones, melodías y ritmos populares y tradicionales. Adquiridos en casas comerciales, es el conjunto más numeroso, con más de 900 discos conservados. De ellos, 262 forman la colección de flamenco, de gran importancia por ser las primeras grabaciones impresionadas en discos de registro eléctrico y por recoger a los mejores cantaores de la época: Angelillo, Niña de los Peines, Los Campanilleros de Bormujo, Guerrita o Manuel Torres, entre otros muchos.

Le sigue en número la música hispanoamericana, con 80 discos de Carlos Gardel, Hermanos Abalos, Septeto Nacional Cubano o Perlita Greco. Junto a ellos, las colecciones de música vasca, asturiana, montañesa, gallega, aragonesa, catalana y, en menor número, discos de Canarias, León, Mallorca, Murcia, Navarra y Valencia, hasta componer un excelente panorama de la música popular española. El fondo del Archivo de las Canciones Populares se completa con discos de música hebrea, africana, asiática y algunos ejemplos de canto gregoriano y otros muchos de difícil clasificación, entre los que se encuentran cuatro discos con las canciones de La Argentinita recogidas y armonizadas por Federico García Lorca.

Recolección de cantos populares

Finalmente, y en colaboración con la Universidad de Columbia, este patrimonio musical se enriqueció con la recolección de cantos populares realizada por Kurt Schindler, grabados por diversos pueblos españoles –diez horas de música en 160 discos–, que representa el fondo más antiguo de este tipo de recopilación. Kurt Schindler, músico nacido en Berlín y especializado en dirección de coros y recolección de música popular, viaja a España en 1928, donde entra en contacto con los investigadores del Centro de Estudios Históricos y con la riqueza del folklore peninsular. Abandona la dirección de la Schola Cantorum de Nueva York y acepta el proyecto para estudiar la tradición popular española propuesto por la Universidad de Columbia, que le proporciona una grabadora portátil de la marca Fairchild Aerial Company con la que puede impresionar directamente las canciones en discos de aluminio. Entre julio de 1932 y enero de 1933 recorre Santander, Ávila, Zamora, Cáceres, Badajoz y Miranda do Douro. Vuelve a Estados Unidos, dejando en el Centro una colección de copias de sus discos y la grabadora, hoy desaparecida. La única publicación de sus trabajos en España la realiza Federico de Onís en 1941, dedicándole el prólogo a las versiones armonizadas de las canciones que recogió.

La recuperación

Este plan de investigación, que buscó un instrumento de conservación y difusión de la lengua, la música popular y la cultura española con arreglo a las últimas tecnologías a su alcance, se vio truncado tras la guerra civil y, aunque con algunas pérdidas, los discos continuaron depositados en el Centro de Estudios Históricos. Tras varios intentos fallidos de recuperación del Archivo de la Palabra y la realización de varias copias sueltas, en 1986 se acomete su procesado y transcripción digital, mediante la regrabación en dat (Digital Audio Tape) realizada por la empresa Sintonía s. a., para su catalogación, estudio y difusión en el Centro de Documentación de la Residencia de Estudiantes. Además se reeditaron los 29 discos, reunidos en tres, que para el Archivo de la Palabra se grabaron en el Centro de Estudios Históricos como uno de los tesoros procedentes del patrimonio cultural de la Junta para Am-pliación de Estudios. La regrabación completa de este legado ha supuesto la conservación y el acceso a 105 horas de textos en sus voces y música popular distribuidos de la siguiente forma: 19 horas relativas al Archivo de la Palabra, 75 a las Canciones Populares y 11 a la colección Kurt Schindler.