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Pinar, 23. 28006 Madrid.
Tel.: 91 563 64 11
Copyright©1999
Fundación Residencia de Estudiantes

Convivencia de generaciones

José Ángel Valente

A la Residencia de Estudiantes, a la Colina de los Chopos, en los altos madrileños del viejo Hipódromo, iba a quedar definitivamente vinculado el nombre de Juan Ramón Jiménez. Allí vivió Juan Ramón hasta su matrimonio; fue él quien dio nombre a la colina y quien plantó el marco de boj escurialense y escogió la decoración floral del que había de llamarse Patio de las Adelfas. En ese patio conoció Alberti a Federico García Lorca, recuerdo que el primero ha incorporado ahora, junto a otros de la Residencia, en ese libro de memorias cálido y acogedor que es La arboleda perdida. Ve Alberti allí a Federico en el primer gran impulso juvenil de las canciones y romances, unido en el entusiasmo y la amistad a otros jóvenes artistas, como Buñuel y Dalí, igualmente acogidos en la Residencia. En el mismo libro se evoca la figura de otro gran residente, José Moreno Villa, cuya obra poética (sobre todo en su desarrollo último) tiene a ojos de Alberti bastante más valor del que podría sospecharse ante el obstinado silencio de la crítica peninsular. Fue Moreno Villa uno de los más íntimos y constantes colaboradores de aquella casa, de la cual ha dejado animadas e inolvidables imágenes en su Vida en claro. En ella hiló también sus primeros versos Emilio Prados, y a ella llegó, bravío y adolescente -como él mismo se ha descrito- otro poeta de incorporación mucho más tardía a las letras españolas, Gabriel Celaya.

Fueron, además, familiares en aquel recinto las siluetas mayores de don Miguel de Unamuno y don Antonio Machado. Moreno Villa recuerda, emocionado y agradecido, la sencillez con que el último acudió a su habitación de la Residencia para escuchar los versos del malagueño. «Él era una gran figura -escribe éste, con paralela sencillez- y yo no pasaba de un principiante.» No ha de olvidarse que una de las más finas precisiones de Machado sobre la moderna evolución de la poesía, el texto Reflexiones sobre la lírica, surgió como comentario al libro Colección (1924), de José Moreno Villa. Conviene también recordar, si se quiere hacer justicia a quienes desde lejos comenzaron a preparar la plena estimación actual de la obra machadiana, que fue en las ediciones de la Residencia de Estudiantes donde apareció la primera colección de Poesías completas (1917), de don Antonio.

A los nombres que hemos citado cabe añadir los de Salinas y Guillén y los de los extranjeros que desfilaron por la activa cátedra de la Residencia, como Valéry, Claudel, Aragon, Max Jacob, Teixeira de Pascoaes, Marinetti, etc. Fueron, pues, los poetas beneficiarios y testigos de excepción de una rica aventura espiritual, cuyo sentido estamos lejos de haber agotado y cuya necesidad profunda puede sentirse hoy con la misma viveza y urgencia que en el momento de su iniciación. En efecto, todo lo que la inteligencia española necesitaba de cobijo, de abrigo, de convivencia fecunda, de propagación y enlace con las generaciones jóvenes, así como la posibilidad de extraer de éstas una minoría operante y viva, fue raíz de ser, cimiento y esperanza de la Residencia de Estudiantes. Nació la Residencia sobre supuestos espirituales y de acción práctica directamente inspirados en la labor educado-ra de Giner y de Cossío, pero su particular perfil, su desarrollo, su existencia en suma, son creación original que lleva el personalísimo sello de otro hombre, don Alberto Jiménez Fraud.

 

Fragmento del texto «Antonio Machado y los quinientos», publicado en el número de Residencia conmemorativo del cincuentenario de la Residencia de Estudiantes, editado en México en 1963.