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Tel.: 91 563 64 11
Copyright©1999
Fundación Residencia de Estudiantes

Centro de Documentación
Archivo y Biblioteca de
León Sánchez Cuesta

Alfredo Valverde

León Sánchez Cuesta (Oviedo, 1892-Madrid, 1978), «librero de la generación del 27», convirtió sus librerías de Madrid y París en centros de difusión de la cultura foránea en España y de difusión del libro español en el extranjero. La Residencia de Estudiantes adquirió en 1992 su archivo y biblioteca gracias a la subvención otorgada como Acción de Política Científica por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica (MEC). Su diversificación e interés la convierten en una referencia fundamental para los estudiosos de la cultura española del siglo xx.

En enero de 1992 se incorporaron al Centro de Documentación de la Residencia de Estudiantes el archivo y la biblioteca del librero León Sánchez Cuesta, adquiridos con la ayuda del Ministerio de Educación y Ciencia.

El interés de este legado venía avalado por las informaciones previas referidas a León Sánchez Cuesta como «el librero de la generación del 27», su vínculo con la Residencia de Estudiantes, su amistad con poetas, escritores, artistas e intelectuales coetáneos, su papel como distribuidor de muchas de sus obras, su labor de importador de las novedades editoriales extranjeras, la indudable riqueza de su epistolario -del que resaltaban su importancia quienes lo habían consultado-, con una nómina de corresponsales de primera fila pertenecientes a varias generaciones literarias y, finalmente, por la extraordinaria colección bibliográfica de primeras ediciones dedicadas por sus autores «al amigo León».

No dejaban de ser estos datos referencias muy generales y, lamentablemente, se pudo constatar que las noticias relativas a su biografía son verdaderamente escasas en la bibliografía existente sobre la generación del 27 o sobre la propia historia de la librería y los libreros en España. A medida que se fueron clasificando sus papeles, ordenando su documentación comercial, catalogando sus libros y revistas para su uso por los investigadores, se incorporaron nuevos datos sobre los contenidos de este patrimonio y, sobre todo, sobre la trayectoria vital y profesional de León Sánchez Cuesta, que han venido completándose con los recuerdos que amablemente compartió con nosotros su hijo Pablo Sánchez Bonmatí.

El archivo y la biblioteca de León Sánchez Cuesta

El archivo que León Sánchez Cuesta reunió a lo largo de su vida tiene el doble carácter de archivo privado y de empresa. La serie más importante de documentos la constituye su epistolario, que cuenta con más de 7.000 cartas dirigidas a León Sánchez Cuesta por aproximadamente 1.500 corresponsales, principalmente amigos y clientes. Escritas entre 1912 y 1978, contienen la memoria de una parte importante de la historia de la cultura española de este siglo.

Cartas que fueron dirigidas al librero y al amigo por Juan Ramón Jiménez, Ramón del Valle-Inclán, Manuel Azaña, Manuel B. Cossío, Ricardo Rubio, Alberto Jiménez Fraud, Benjamín Jarnés, Fernando de los Ríos, Américo Castro o José Ortega y Gasset, entre muchos otros, así como por, entre los hispanistas americanos, José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña. Su relación con los poetas de la generación del 27 está extensamente representada por el número de cartas conservadas: 90 de Vicente Aleixandre, 61 de Manuel Altolaguirre, 20 de Max Aub, 2 de Dámaso Alonso, 15 de José Bergamín, 12 de Gerardo Diego, 115 de Jorge Guillén, 36 de José Mª Hinojosa, 72 de Emilio Prados, 3 de Federico García Lorca, 3 de Fernando Villalón, 3 de Adriano del Valle, 3 de Rogelio Buendía o una carta de Rafael Alberti con un dibujo desde la Sierra de Rute, además de la correspondencia con otras principales figuras de las diversas tendencias de la vanguardia literaria, artística y musical, representada en las cartas de Luis Buñuel, Ernesto Giménez Caballero, Cristóbal Hall, Benjamín Palencia, Oscar Esplá, Gustavo Durán o los más jóvenes escritores de esos años, como Gabriel Celaya o José Antonio Muñoz Rojas.

Su archivo también conserva las copias de las más de 5.000 cartas enviadas por León Sánchez Cuesta y las facturas de la librería, donde se puede rastrear qué libros compraron desde Juan Negrín a Luis Buñuel o Juan Chabás, la Universidad de Madrid o el Ateneo de Granada. Completan su archivo 700 negativos fotográficos tomados en excursiones y 30 fotografías de poetas españoles.

Al margen de las existencias que tuvo almacenadas en su librería, su biblioteca personal cuenta con más de 8.000 volúmenes, que actualmente se pueden consultar en la Residencia. León Sánchez Cuesta fue muy minucioso en la conservación de su biblioteca, que contiene los libros de derecho de su época de estudiante, volúmenes relativos a la historia de la imprenta, de la edición y del libro, así como libros de historia y de arte, editados en su mayoría en el primer tercio del siglo xx. Su gran afición por los viajes también está reflejada en un gran número de publicaciones sobre historias locales, guías, mapas y una colección de más de 7.000 postales de ciudades de todo el mundo.

Sin embargo, el mayor interés de su biblioteca radica en el núcleo formado por cientos de primeras ediciones, con numerosas dedicatorias autógrafas, de la práctica totalidad de la joven literatura española, la que constituye la generación del 27, así como de la llamada generación de 1914 y de los ya consagrados escritores de la generación del 98. Junto a las numerosas ediciones de Clarín, Pío Baroja, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró, Ramón del Valle-Inclán, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Ramón Pérez de Ayala, José Ortega y Gasset o José Moreno Villa, la biblioteca contiene primeras ediciones de Rafael Alberti, Pedro Salinas o José Bergamín, por citar sólo algunos de los integrantes de la generación del 27, y también de poetas menos conocidos y de generaciones posteriores, como Ernestina de Champourcin, José María Quiroga Pla, Carmen Conde o José María Luelmo.

Finalmente, la biblioteca posee también una colección de 125 títulos de revistas literarias desde los años 20 hasta los 70. Entre ellas se encuentran todas las editadas por Juan Ramón Jiménez (Índice, Presente, Ley, Sucesión, etc.); las revistas denominadas «del 27», como Verso y Prosa, Litoral, La Gaceta Literaria, 1616, Mediodía, Revista de Occidente, Cruz y Raya, Caballo Verde para la Poesía, Papel de Aleluyas, Carmen o Favorables. París. Poemas, además de las revistas literarias de posguerra, como Acanto, Cancionero, La Estafeta Literaria o Garcilaso, o las más recientes Índice de las Artes y las Letras, Papeles de Son Armadans, Caracola o Ínsula.

Biografía de León Sánchez Cuesta

Nacido en Oviedo en 1892, León Sánchez Cuesta se licencia en Derecho por la Universidad de Oviedo en 1912. Consigue una beca para completar estudios de derecho administrativo y constitucional y preparar su tesis doctoral en la Universidad de Toulouse, donde reside durante los cursos de 1913 y 1914.

En la Residencia de Estudiantes

De regreso en España, ingresa en la Residencia de Estudiantes en 1917, donde prepara oposiciones a cátedra, que no llegará a culminar. La huellas de la actividad del joven Sánchez Cuesta en la Residencia son constantes: inicia una gran amistad con su director, Alberto Jiménez Fraud, que le ofrece las clases de historia del «Grupo de Niños» (una sección de la Residencia creada en 1914 y dirigida por Luis Álvarez Santullano, destinada a menores de 16 años que se preparaban para los exámenes oficiales de 2ª enseñanza), donde tuvo como alumnos a José y Severino Bello, Ramón Masriera, Juan Sánchez Arcas, José García Rodríguez, Ernesto Lasso de la Vega, Fernando Marchesi y Gustavo Pittaluga, entre otros, cuyas redacciones infantiles conservó en el archivo.

Una carta de Luis Álvarez Santullano de 2 de septiembre de 1919 nos da precisa idea de su situación a comienzos del tercer curso que vive en la Residencia: «Por lo que a V. se refiere ya sé, por carta de Jiménez, que hablaron Vdes., que tendrá V. sus 129 o 130 ptas. por las clases de derecho y que le ha ofrecido trabajo de traducciones. Comprendo perfectamente que V. se encuentre contento con el plan de vida -libre, feliz e independiente- que ha combinado con Jiménez. Aunque las traducciones son cosa pesada, no dan, con todo, los malos ratos que los chicos».

De esta época arranca su amistad con los filólogos y escritores hispanoamericanos Alfonso Reyes, José María Chacón o Pedro Henríquez Ureña, alojados en la Residencia durante sus estancias en Madrid bajo los auspicios de Ramón Menéndez Pidal, director del Centro de Estudios Históricos. Con ellos frecuenta el Ateneo madrileño, del que es socio, y diversas tertulias literarias. También conoce en sus años de residente a Juan Ramón Jiménez, José Moreno Villa, Antonio García Solalinde, Juan Vicens -colaborador y más tarde socio de Sánchez Cuesta en la librería-, Federico García Lorca, Emilio Prados o Luis Buñuel, a los que le unirá una gran amistad.

Participa en la creación de la revista Residencia. Invita a dar una conferencia en 1920 a su profesor de derecho Jesús Arias de Velasco. Colabora como suscriptor con pequeñas donaciones a la Sociedad de Becas de la Residencia de Estudiantes, desde 1918, y a la Sociedad de Cursos y Conferencias, desde su creación en marzo de 1924 hasta 1935. Y aunque dejará de vivir en la Residencia hacia 1922, sus vínculos persisten intensos, descubiertos en cartas y fotografías: con un grupo de residentes entre Dalí y Lorca en 1925, junto a Ricardo de Orueta asistiendo a las competiciones deportivas de 1926, ocupándose desde París del alquiler de las películas que Buñuel proyecta en unas sesiones de cine en la Residencia en 1927 o en una cena anual de antiguos residentes en los años 50.

El comercio de los libros

Durante estos primeros años madrileños, comienza sus contactos con el mundo editorial: conoce a Juan Mª Aguilar, presidente de la Sociedad General Española de Librería; aprende los entresijos del mundo del libro y la edición de la mano de Juan Ramón Jiménez y Alberto Jiménez Fraud; traduce del francés para la editorial Calpe Notas sobre Inglaterra, de H. Taine, y viaja a París, donde trabaja para la editorial Hachette.

Su futuro profesional va perfilándose cuando decide marcharse a México, donde, terminada la Revolución, existe una gran demanda de libros extranjeros. Realiza dos viajes, el primero en febrero de 1921 y el segundo en marzo de 1922, como representante de la Sociedad General Española de Librería de Madrid y de la Agence Générale de Librairie et Publications de París. Además de gestionar los pedidos de los libreros mexicanos y cumplir con los numerosos encargos que desde España recibe por parte de Alfonso Reyes, Américo Castro o Pío del Río Hortega, Sánchez Cuesta se reencuentra con Pedro Henríquez Ureña.

Por encargo de José Vasconcelos -nombrado rector de la Universidad Nacional en 1920 y responsable de la Secretaría de Educación Pública en 1921- Henríquez Ureña y Sánchez Cuesta organizan una Escuela de Verano para la Universidad, dedicada a la enseñanza de la lengua española, que seguirá el modelo de los Cursos de Vacaciones para Extranjeros que desde 1912 se venían organizando en la Residencia de Estudiantes, como nos confirma la carta que recibe Sánchez Cuesta de su amigo Antonio G. Solalinde en junio de 1921: «El telegrama de Vasconcelos preguntándome las señas de Robles me hizo pensar en seguida en que ustedes preparaban un curso de verano. Desde luego nosotros no vemos inconveniente en que se haga ahí un curso, pues el nuestro tiene que ofrecer siempre las ventajas sobre los demás del deseo de los extranjeros de venir a España. [...] Supongo que tendrán ustedes que luchar al principio con muchas dificultades, pero desde luego puede usted ofrecerle a Vasconcelos nuestro concurso y quizá algún día podamos enviarles profesores, etc.».

Creada la Escuela de Verano y nombrado director de la misma Henríquez Ureña, Sánchez Cuesta es invitado a impartir un curso sobre novela española contemporánea que no llega a dar por enfermedad. Las cartas que envía desde México, anteriores a su regreso a España en noviembre de 1922, declaran sus proyectos inmediatos. Escribe a Manuel Peinado: «Aunque mi viaje a América ha sido de un cierto quebranto económico para mis intereses, no estoy pesaroso de lo hecho. Si no hubiera salido de Madrid, posiblemente aún [sic] sigo luchando en la Residencia y en expectativa de unas oposiciones a cátedra. Crea Ud. que aunque nunca llegue a ser un buen comerciante, cosa que me importa muy poco, no estoy pesaroso de haber echado por la borda el derecho administrativo. Hoy día me horroriza pensar hubiera podido llegar a centrar mi vida en torno a la ley de aguas o de expropiación forzosa. [...] De terminar amistosamente con los de la Agencia, organizaría en Madrid, por mi cuenta, un Servicio central de librería de obras extranjeras, para particulares. Además de esto, me ocuparía del trabajo de comisión para los libreros de México. Y si encuentro un local a propósito, estableceré una librería». Y en carta a Alberto Jiménez Fraud declara: «Con este objeto aprovecharé mi estancia en París para estudiar en colaboración con la Agence -aunque con una independencia absoluta- el establecimiento de este servicio utilizando sus organizaciones actuales, y las de las casas correspondientes de Londres, Bolonia y Leipzig».

De vuelta a Madrid, comienza a trabajar en la editorial La Lectura como director gerente de su sección de librería. Después pasa a ser socio de la empresa y abre su primera librería en 1923, en el Paseo de Recoletos 25, bajo el nombre de Librería de Arte y Extranjera de «La Lectura» (León Sánchez).

En 1924 se independiza e inaugura la Librería León Sánchez Cuesta en la calle Mayor 4, en la que trabaja hasta 1936. Su experiencia en libros de importación será fundamental en su relación con la mayoría de los escritores, músicos, artistas y profesores universitarios españoles, que recurren a sus servicios para adquirir las últimas novedades editoriales. Al mismo tiempo, es proveedor de publicaciones de autores españoles a universidades y librerías extranjeras e instituciones españolas en el extranjero, por lo que su librería es distribuidora de la producción de numerosas editoriales españolas y de gran parte de las obras de sus amigos escritores, cumpliendo una labor fundamental para la difusión del libro español en aquel tiempo.

Una Librería Española en París

Asentada su librería con la ayuda de su hermano Luis, estudia la posibilidad de establecer una sucursal en París, donde ofrecer a la colonia española e hispanoamericana sus servicios y poder acceder directamente a las publicaciones extranjeras demandadas por sus clientes. Este proyecto lo lleva a la práctica en la primavera de 1927 e inaugura hacia finales de junio la que se llamaría Librería Española León Sánchez Cuesta, cerca de la Sorbona.

La librería se convierte en visita obligada para todos los españoles de paso por París y en lugar de encuentro de los españoles residentes en la capital francesa. Así se confirma en las cartas de León Sánchez Cuesta desde París a Juan Vicens, a quien le cuenta todas las incidencias de su estancia y pregunta por los amigos en España: «La revista Transition, que Ud. ya conoce, me ha escrito para que les enviase unos cuantos libros de la gente joven que estimara más interesante». «Mañana llegan Américo Castro e Irizar. Me han telegrafiado hoy para que les busque habitación.» «¿Qué cuenta Buñuel? Le supongo muy entusiasmado con la famosa sesión de Cine. Buenas vueltas le costó al pobre hombre. Dígale que le echo muy de menos. Ahora como solo casi todos los días.» «Mañana iré a un concierto de Falla, en compañía de Pascua. Me dice Viñes que tocará por primera vez unas canciones que ha compuesto últimamente.» «Me alegraría viniera Juan Ramón. Que no se descuide porque yo no puedo prolongar mi estancia en París y me gustaría estar con él.»

Terminada la instalación de la librería decide regresar a Madrid y dejar la librería de París a cargo de Juan Vicens, que cuenta con la ayuda de Gabriel Escribano, Jeanne, novia de Luis Buñuel, y Georgette Rucar.

«El gran librero español»

La Gaceta Literaria ofrece una comida de despedida a Federico García Lorca, que marcha a Nueva York en compañía de Fernando de los Ríos. Entre los amigos que van a despedirle se encuentran Salinas, Salazar, Alberti, Aleixandre, Giménez Caballero y León Sánchez Cuesta, a quien Lorca calificaría, unos años más tarde, como «el gran librero español».

Distribuidor de la obra de la mayoría del grupo poético del 27, continúa siendo el depositario de las obras de Juan Ramón Jiménez para su venta a todo el mundo y su librería es un núcleo vital en el conocimiento de las vanguardias francesas, como lo demuestran las cartas de José María Hinojosa, Emilio Prados, Jorge Guillén o Luis Cernuda. Este último incluso trabaja en la librería de 1930 a 1931 ayudando en el registro de libros impagados.

A comienzos de 1932, Sánchez Cuesta se casa con Andrea Bonmatí, cuñada de Pedro Salinas, con quien le unirán a partir de entonces lazos no sólo familiares sino también de intensa amistad epistolar tras los avatares del exilio.

La Guerra. El Exilio

En carta a Pedro Salinas desde Argel en 1941, Sánchez Cuesta escribe: «Mi casa se salvó gracias a mi hermano Luis, pero mi librería ha naufragado en la tormenta». Varios meses después del alzamiento se reúne con su familia, que se encontraba veraneando en La Granja, desde donde se dirigen a Salamanca. Consigue un contrato como profesor en la Universidad de Marburgo, en Alemania, a donde se traslada mientras su familia se instala en Maison Carrée (Argelia), en la casa de los abuelos. Una vez finalizado su contrato -en 1939- se reúne con ellos en Maison Carrée, donde permanecerá hasta 1947.

La Librería de León Sánchez Cuesta de nuevo en Madrid

Pocos meses después de su regreso a Madrid a principios de 1947, León Sánchez Cuesta pone en marcha un nuevo despacho-librería, dirigido especialmente a su clientela americana, en un quinto piso de la calle Desengaño 10, donde -con las restricciones eléctricas de fondo- se siente aislado. La correspondencia que mantiene estos años es sobre todo de carácter familiar por la pérdida de contacto -que irá recuperando en la década de los 50- con muchos de sus antiguos amigos. Su conocimiento del comercio del libro y su vocación intelectual le permitirán reconstruir un servicio de librería de prestigio también en estos difíciles años con la apertura de su última librería en la calle Serrano, de la que se ocuparía hasta su muerte en 1978. El mismo Sánchez Cuesta nos cuenta su última apuesta por la cultura en carta a Pedro Salinas de 21 de agosto de 1950: «Ortega hijo y un chico joven, Jiménez Landi, buen y viejo amigo de los tiempos de la Institución, habían puesto con el título de "Revista de Occidente", una librería en la calle de Serrano en el año 47. La librería estaba concebida como un centro de propaganda de las ediciones de la Revista y como un local de exposiciones de arte. Nadie se ocupó de la librería ni nadie se ocupó debidamente de las exposiciones. [...] Faltos de mejor solución me ofrecieron que me quedara con el negocio. Las condiciones fueron tales y tan generosas que me decidí a aceptarlo. Vamos a ver ahora como me desenvuelvo!».