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Centro
de Documentación
El archivo
y la biblioteca de
Benjamín
Jarnés
Alfredo Valverde
El novelista Benjamín Jarnés, biógrafo, ensayista, crítico literario y traductor, es uno de los autores de mayor edad, junto con José Moreno Villa, más cercanos a la Generación del 27. Su legado —cuidadosamente custodiado por su familia y actualmente integrado en los fondos del Centro de Documentación de la Residencia gracias a la financiación de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación (MEC)— reúne su biblioteca personal, su producción literaria y su correspondencia, espejo de su obra y del estilo de vida propio y de sus compañeros. |
A su regreso a España tras el exilio, el novelista y crítico Benjamín Jarnés (Codo, Zaragoza, 1888- Madrid, 1949) vuelve a su antigua casa de la calle Santa Engracia, en Madrid. Allí dejó sus libros, sus artículos en diarios y revistas, su numerosa correspondencia con amigos, editores y críticos de su generación y parte de su obra literaria. Pero Benjamín Jarnés regresa con su obra acrecentada con la constancia del escritor vocacional que fue desde su juventud, alternando su carrera literaria con su trabajo como administrativo del Ejército. Trae de México una nueva y extensa producción literaria y periodística, menos conocida que su obra anterior a 1939. Tertulias y redacciones Ambas épocas están presentes en su biblioteca y archivo personal, que, desde 1995, se encuentran en el Centro de Documentación de la Residencia de Estudiantes. Los fondos de este legado se componen de 2.150 libros, 70 revistas, 330 cartas, manuscritos de algunas de sus obras, recortes de prensa y diversas fotografías. El epistolario conserva cartas escritas entre 1923 y 1936, uno de los períodos más intensos de la vida y la obra de Jarnés, con una nómina de corresponsales cuya sola mención evidencia algunos pasos de su biografía, desde que en 1920 se instala en Madrid y se introduce en la vida literaria madrileña, a través de la tertulia del Café de Oriente y las redacciones de la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria, hasta su colaboración en Hora de España en la Barcelona republicana. Las cartas recibidas de Rafael Barradas, Julio J. Casal, Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de Torre, Manuel García Morente, José Ortega y Gasset, Fernando Vela, Antonio Espina y Ernesto Giménez Caballero son las de sus primeras amistades nacidas a raíz de sus colaboraciones en las revistas Alfar, Ronsel, Proa, La Gaceta Literaria y, sobre todo, de su reconocimiento como novelista a partir de la publicación de El profesor inútil, que inaugura la colección Nova Novorum de la Revista de Occidente. Recién publicada su siguiente novela, El convidado de papel, una carta de Azorín del 24 de diciembre de 1928 le anima a seguir avanzando y le expone algunas de sus teorías sobre la novela: «Querido amigo Jarnés: recibí ayer por la tarde su carta, fechada el 21; le mando mi libro. Y siempre adelante; no se detenga usted; es preciso seguir avanzando. Los módulos de tiempo y espacio han cambiado, gracias a la radiodifusión y al cinematógrafo; la novela debe vivir dentro de esas nuevas modalidades; no puede el novelista que escriba ahora retardarse en cincuenta años sobre el momento presente. Ya la lírica y la pintura van por delante, y los pobres novelistas —y no hablemos del paupérrimo teatro— se han quedado allá detrás... Azorín». También Ramón Gómez de la Serna le confía, con fina ironía, sus ideas sobre la novela: «[...] Mucho le agradezco ese proyecto de crítica en nuestro Occidente. [...] Mi concepto de la novela grande es que la novela grande es una novela en que puede uno llegar al final lejano que debe tener toda novela, subir por todas las escaleras interiores, seguir todas las catacumbas, amar a las señoras que de otra manera no hubiéramos encontrado nunca [...]». Amistad de tres generaciones Junto a las de éstos, aparecen cartas de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Enrique Díez-Canedo, Rafael Marquina, Gregorio Marañón, María de Maeztu, Ramón Menéndez Pidal, Eugenio d’Ors, Américo Castro, Julián Zugazagoitia, Alfonso Reyes, Fernando de los Ríos, y los más jóvenes Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, Manuel Altolaguirre, Francisco Bores, Rogelio Buendía o Juan Chabás, que nos hablan de las buenas relaciones de Jarnés con escritores de las más diversas tendencias literarias y de la aceptación por parte de éstos de su estilo narrativo adscrito a la «novela deshumanizada». Esta amistad y sintonía con tres generaciones literarias fue magníficamente retratada en el discurso que Ernesto Giménez Caballero pronunció en el banquete-homenaje ofrecido a Benjamín Jarnés en 1929, convocado por, además de aquél, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Fernando Vela, José Lorenzo, Corpus Barga y Antonio Espina, y que se conserva entre sus papeles: «Benjamín Jarnés no necesita otro manifiesto que el de la simpatía. Condensada —un feliz momento— en este banquete. La simpatía con que ha sabido circundar su vida de joven escritor. No es Benjamín Jarnés hombre de aristas ni de agresiones. Su vanguardismo ha sido silencioso, tenaz e irónico. Amigo de los viejos, los ha ido dejando, elegantemente, detrás de sí, con ninguna protesta de ellos. Amigo de los jóvenes, se ha ido poniendo delante —sutilmente— con ninguna protesta de ellos. Ni rojo ni negro. Su política: la cordialidad. Su agresión: el talento. Su defensa: la modestia. Vino de la provincia más provincia de España: Zaragoza. Vino de ser clérigo a Madrid. Pero Madrid le invistió pronto de alta dignidad. Hoy es ya un joven jerarca. Su Profesor inútil, sus Ejercicios, este Convida-do de papel, que festeja ahora la benemérita Historia Nueva —junto a la promesa del próximo Salón de estío, que festeja ahora anticipadamente La Gaceta Literaria— le han hecho a Benjamín Jarnés digno de un convivio. De un convivio digno. Puro. Desinteresado. Al que convocamos, nosotros, firmantes». Entre los manuscritos de su obra que conserva el archivo, hay que mencionar la importancia de dos textos mecanografiados, fechados en 1946 y con la anotación «es copia». Se trata de la novela La dama aventurera (Novela breve), con 78 páginas, obra que no llegó a publicar, por lo que no es necesario incidir en su importancia, y El aprendiz de brujo (Novela), con 180 páginas. De ésta última Jarnés publicó algunos capítulos —«Trótula», «El cántaro y su sombra» y «Quiromancia»— en la segunda edición de El profesor inútil, de 1934. Contiene, además, una copia del manuscrito En su linea de fuego, fechado el 12 de marzo de 1938 y cinco páginas manuscritas de un inacabado diario. Primeras ediciones Su biblioteca, con más de 2.000 volúmenes, es de una gran calidad intelectual. Contiene en un alto porcentaje ediciones de sus contemporáneos, principalmente de las décadas de los años veinte y treinta. Especialmente destacable en esta biblioteca son las numerosísimas dedicatorias autógrafas a Benjamín Jarnés. Éstas se encuentran casi sin excepción en las ediciones de todos los poetas de la generación del 27 (dedicatorias de Jorge Guillén en Cántico, de Gerardo Diego en Versos humanos o Manual de espumas, de Federico García Lorca en el Romancero gitano, de Vicente Aleixandre en Pasión de la tierra o Espadas como labios, de Manuel Altolaguirre en Las islas invitadas y otros poemas, de Luis Cernuda en Perfil del aire o de José María Hinojosa en Poesía de perfil, con dibujo a color de Manuel Ángeles Ortiz), además de obras dedicadas por sus compañeros de redacción de la Revista de Occidente (José Ortega y Gasset, Fernando Vela y Antonio Espina), entre otros muchos. Su obra está representada en la biblioteca prácticamente en su totalidad y podemos destacar algunos títulos de difícil localización como Discurso de un combatiente: fragmentos, Quintanar de la Orden (Toledo), 1937; su obra de teatro Cardenio: monodrama, México, Amigos españoles de Fábula, 1940, o Venus dinámica: novela, México, Proa, 1943. Se completa con un conjunto de 70 títulos de revistas, que contienen gran parte de su producción como crítico y ensayista: Revista de Occidente, Índice, Pasquín, Literatura, Litoral, Le Mois, Proa, La Nouvelle Revue Française, Síntesis, Ulises, Caballo Verde para la Poesía, Contemporáneos o Residencia. |