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PUBLICACIONES Revisión
de Eugenio d’Ors
(1902-1930) de Vicente Cacho Viu Juan Pablo Fusi Coedición
de las Publicaciones de |
Son varias las razones que refuerzan la satisfacción que produce la aparición de Revisión de Eugenio d’Ors (1902-1930). Seguida de un epistolario inédito (Barcelona, 1997), de Vicente Cacho Viu: la belleza formal del libro, mérito de Quaderns Crema, la editorial catalana; que la Residencia de Estudiantes lo coedite; el interés intrínseco de la obra, tanto del espléndido estudio de Cacho Viu —la revisión de D’Ors a que se refiere el título— como el epistolario que lo acompaña, un total de 109 cartas que, entre 1904 y 1930, D’Ors escribió a Maragall, Unamuno, Ortega, Prat de la Riba y otras personalidades de la vida pública española y catalana. Cacho Viu, en efecto, ha publicado poco, pero precisamente por eso, todo ello de singular calidad; un gran libro, La Institución Libre de Enseñanza, de 1962, y varios artículos magistrales sobre la historia intelectual española —el 98, el primer Ortega, la cultura catalana— entre los años 1890 y 1915, artículos verdaderamente modélicos no ya por el rigor y la erudición que en todos ellos mostraría Cacho, sino sobre todo por la inteligencia y originalidad de sus interpretaciones y análisis, que han hecho de ellos revisiones en profundidad de los temas en cuestión. Esta Revisión de Eugenio d’Ors ejemplifica a la perfección la calidad del quehacer historiográfico de Cacho Viu. Primero, Cacho recupera, y revisa, la singularísima personalidad de D’Ors, en una época además, 1902-1930, determinante no ya sólo para la biografía del intelectual catalán, sino también, y desde luego, para la vida intelectual catalana y española, para la aparición del nacionalismo catalán y para las relaciones culturales, por tanto, Cataluña-España. Segundo, Cacho propone tres claves esenciales para interpretar a D’Ors: su «ensoñación literaria» (o en otras palabras, la invención por D’Ors de su propio personaje); su «conciencia de misión», esto es, su empeño en la modernización cultural de Cataluña y, por extensión, de España; la superposición vital en su horizonte intelectual de la triple influencia de Barcelona, París y Madrid. Cacho propone así una tesis audaz y capital: D’Ors como introductor del nacionalismo integral francés en Cataluña, como un adelantado del nacionalismo autoritario y del sindicalismo nacional, como una síntesis prematura de Maurras y Sorel. Con lo que eso conlleva: ese D’Ors era el mismo D’Ors que desde principios de siglo había irrumpido como líder en la nueva generación intelectual catalana, el D’Ors, por tanto, definidor del noucentisme (arbitrariedad, imperialismo, tradición), del clasicismo y del mediterraneísmo como claves de la identidad catalana (todo lo cual, por tanto, no constituiría en D’Ors otra cosa que, en palabras de Cacho Viu, una «variante autoritaria del nacionalismo»). Pero con una conclusión adicional, que Cacho Viu define como el doble fracaso de D’Ors: fracaso como impulsor de un nuevo catalanismo (porque aunque Prat le apoyara por un tiempo, las propuestas e incitaciones de D’Ors eran en el fondo ajenas a los esquemas culturales del catalanismo conservador de Prat, Cambó y la Lliga Regionalista), y, una vez que se trasladara a Madrid, fracaso como líder de la intelectualidad española (entre otras razones porque en Madrid ya estaba Ortega). Se entiende, pues, que no exageraba al subrayar la importancia de Revisión de Eugenio d’Ors. Sabemos ya, tras su aparición, la significación verdadera del primer D’Ors; tenemos, además, nuevas y sustanciales perspectivas para el conocimiento de los nacionalismos catalán y español. Pero hay más (y dejo de lado el interés extraordinario de las 109 cartas aludidas). Este Revisión de D’Ors de Cacho Viu coincide con la creciente atención que la historiografía internacional está prestando a la historia de la cultura, como certifica, y es sólo un ejemplo, la aparición en enero de 1997 del volumen Pour une histoire culturelle, editado por Jean-Pierre Rioux y Jean-François Sirinelli, casi un manifiesto en favor de un nuevo tipo de historia que haga de la cultura —entendida como el conjunto de percepciones, ideas y creencias que impregnan a un sociedad— el centro de la explicación histórica. Personalmente, no tengo duda de que historia es ante todo vida individual, vida intelectual —esa historia cultural aludida— y vida moral (tal como la entendía Croce: estilos de vida, valores éticos, sensibilidad moral, principios y formas de comportamiento, actitudes ante la existencia misma). Historia intelectual es, precisamente, lo que Cacho Viu hizo desde su primer libro, desde aquella historia de la Institución Libre de Enseñanza que, como decía, publicó en 1962. Mientras predominó otro tipo de historia, su trabajo pareció minoritario e incluso marginal. Entiéndase bien: la calidad de su obra, la erudición e inteligencia de Cacho Viu —enriquecidas por una ironía suavemente maliciosa—, nunca estuvieron en duda. Hoy vemos, además, que su elección historiográfica había sido extraordinariamente certera. |