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Tomás Segovia Ensayista, dramaturgo, crítico, novelista, profesor universitario en México, Francia y Estados Unidos, traductor y, ante todo, poeta. Tomás Segovia nació en 1927 en Valencia, pero vivió desde su infancia hasta su madurez en México, donde le llevó el exilio, tras una breve estancia en Francia. Establecido de nuevo en España, comenzó su relación con la Residencia. Las visitas de Tomás Segovia a esta casa, su lectura de poemas, el seminario sobre La Araucana de Ercilla, han contribuido a un fructífero contacto con su obra. Desde que publicó su primer volumen de poemas amorosos en 1950, La luz provisional, Segovia ha escrito más de quince libros de poesía, entre los que se cuentan Apariciones (1957), Cuaderno del nómada (1978), Cantata a solas (1985), Lapso (1986), Noticia natural (1992) y, el último de ellos, Fiel imagen, publicado en 1996. Sus dos ensayos, Poética y poema: por ejemplo a Octavio Paz (1975) y Poesía y alquimia. Los tres mundos de Gilberto Owen (1980) y sus colaboraciones en revistas literarias son reflejo de su trabajo como profesor universitario e investigador. Ha publicado dos novelas, Primavera muda (1954) y Trizadero (1973); una obra de teatro, Zamora bajo los astros (1960), y tres libros de relatos cortos. Es traductor de la obra de Arthur Rimbaud y de Giuseppe Ungaretti. Con motivo de su 70 aniversario, la Residencia de Estudiantes, en colaboración con el Instituto de México, ha organizado dos jornadas en torno a su obra. En la primera de ellas, el 28 de octubre, poetas como Luis García Montero, Antonio Martínez Sarrión o el mexicano Aurelio Mayor, debatirán en una mesa redonda sobre su trayectoria literaria. Para el día 29 está prevista una lectura de poemas con algunas piezas inéditas. |
ANDANTE GIUSTO (inédito) Cuando en algún paraje inesperado De estas duras ciudades nuestras Nos vemos lentamente sumergidos En un charco de tiempo más y más moroso Sentimos despertarse nuestro paso Sabiendo bien ahora que recorre El grave mundo para el que fue hecho
En un suave nublado apaciguante Vemos las metas esperándonos serenas Sin airada impaciencia Sin querer destazar la distancia y su tiempo Con sus tajantes dientes
En esa perezosa Densidad tan leal todo se atarda Hay tiempo suficiente Para hacer caso del espacio Para dejarnos alcanzar Por las olas que el tiempo arrastra en su memoria Para acordarnos como hermanos tras mil años reunidos De que estar aquí vivos fue siempre el fundamento
(Madrid, 13 de mayo de 1997) |