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Legado Bal y Gay

R.B.

El músico, musicólogo y ensayista Jesús Bal y Gay nació en 1905 en Lugo, donde comenzó sus estudios musicales. Se trasladó a Santiago para estudiar Medicina, pero lo dejó todo para acudir a Madrid, donde, en 1924, ingresó en la Residencia de Estudiantes. En la capital conoció a la que sería su esposa, Rosita García Ascot, alumna de Granados y de Falla, y miembro del Grupo de los Ocho. En 1935 se traslada a la Universidad de Cambridge como lector de español, y en 1938 se exilia a México, donde comenzó su íntima amistad con Igor Stravinsky. Escribió varios ensayos musicales, como los dedicados a Chopin o Debussy. Entre sus transcripciones de música antigua y popular se cuentan 30 canciones de Lope de Vega, editadas por la Residencia en 1935, y el Cancionero de Upsala, editado en México. Compuso, entre otras, Serenata para orquesta de cuerda (1942) y Concierto Grosso en homenaje a Juan Sebastián Bach, su última composición. El compositor Ramón Barce resume en este artículo el legado de Bal y Gay incluido en los fondos de la Residencia.

El legado de Jesús Bal y Gay, que custodia la Residencia de Estudiantes, es un ejemplo más de un tipo de adquisición muy definida de materiales culturales que, por una parte, poseen un valor histórico en sí mismos, y, por otra parte, se relacionan estrechamente con la Residencia misma y forman parte de su propia historia.

Constituye este legado, en primer lugar, la correspondencia de Jesús Bal y Gay y de Rosa García Ascot. Varios centenares de cartas entre cuyos corresponsales encontramos, aparte de las numerosas epístolas familiares, nombres como Manuel Andújar, Justino de Azcárate, Alberto Jiménez Fraud, Fernando de los Ríos, Marcel Bataillon, Américo Castro, José MorenoVilla, Federico de Onís y Homero Serís; una amplia constelación de músicos: Nadia Boulanger, Manuel de Falla (y María del Carmen Falla), Eduardo Martínez Torner, Felipe Pedrell, Gustavo Pittaluga, Curt Sachs, Adolfo Salazar, Vera Stravinsky, J. B. Trend y Johannes Wolf, entre otros, y nombres de la cultura gallega, entre los que recordaremos a Castelao, Fermín Bouza-Brey, Xoan Manuel Carreira, Rafael Dieste, José Filgueira Valverde y Antonio María Buxan.

Los manuscritos de Jesús Bal y Gay incluidos en el legado comprenden una gran parte de sus transcripciones de polifonía clásica y de su recogida de canciones extremeñas, así como estudios inéditos sobre los vihuelistas españoles del siglo xvi, y también todo el material del Cancioneiro Galego.

Una sección esencial es la que se refiere a las obras musicales y literarias del propio Bal. Encontramos aquí los manuscritos de la mayor parte de sus composiciones originales, entre ellas una inédita Oda a Don Quijote, así como transcripciones de músicas ajenas: Chávez, Stravinsky, Falla, Rimsky-Korsakof. Se encuentran también en esta sección las piezas originales de Rosa García Ascot, escasas en número, ya que, al parecer, muchas de ellas —todas escritas en su juventud, ya que luego abandonó su actividad como compositora— desaparecieron durante la guerra civil española.

La actividad periodística de Bal y Gay —desarrollada en México durante los años del exilio— está representada en el legado por más de ochenta artículos sobre compositores y obras, sobre acontecimientos puntuales y acerca de problemas generales de la música. Otros muchos de sus artículos podrían sumarse a éstos y constituir el núcleo de una recopilación muy interesante, que, publicada, daría a conocer no sólo la calidad de Bal como crítico, sino también el panorama musical (sobre todo de la capital mexicana) visto por un emigrado español en los años 40 y 50. Finalmente, los escritos sobre Falla (partes de un libro en proyecto), notas y apuntes de clases y cursos, y algunas páginas poéticas cierran el capítulo de los manuscritos.

La copiosa biblioteca de Bal y Gay revela no sólo la dirección y extensión de sus trabajos, sino también la amplitud de sus preocupaciones e intereses culturales. Y, para completar el legado, hay que reseñar una gran colección de fotografías. Un buen número de ellas, especialmente evocadoras, muestran aspectos de la antigua sede de la Residencia, en la calle Fortuny, así como escenas de estudio y de representaciones teatrales. En estas últimas podemos ver a Américo Castro, Luis Buñuel y Salvador Dalí, y a otros estudiantes, en diversas faenas escénicas. Hay también una notable serie de fotos de competiciones deportivas —carreras, salto de altura, lanzamiento de peso, fútbol, hockey femenino, natación...— que evidentemente constituían una de las actividades más animadas de los residentes. (Bal y Gay hablaba de aquella Sección Deportiva con mucha gracia, recordando que dentro de ella se originó una pequeña célula de actividades musicales.) Aparecen también muchos retratos de visitantes famosos, algunos reproducidos en la primitiva revista Residencia: Keyserling, Ortega y Gasset, Wells, Eddington, Keynes, Juan Ramón Jiménez, Juan Negrín, Unamuno, Marie Curie... Por último, el recuerdo de México y de reuniones madrileñas posteriores de antiguos residentes, en apretados grupos. Una nutrida historia gráfica, que completa e ilumina el entorno vital de Bal y Gay y aporta, al mismo tiempo, nostálgicos destellos sobre la historia de la Residencia.