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El collage, germen y núcleo en la obra de
Gerardo Rueda
Juan Manuel Bonet

La presentación de Du Collage et de Rueda (Cercle d’Art) el 23 de junio se transformó en un homenaje al artista madrileño (1926-1996), componente de las vanguardias del medio siglo. Juan Manuel Bonet, director del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), presentó el libro y a su autor, Serge Fauchereau, especialista en las vanguardias y miembro de varias comisiones artísticas internacionales. Bonet, artífice del encuentro entre el artista y el estudioso en los últimos años de vida de Gerardo Rueda, recordó con nostalgia el espíritu sensible, equilibrado y sereno de su obra.

La idea, expuesta por Fauchereau, de que el collage no es un procedimiento que encontraremos sólo en el terreno de las artes plásticas, sino que también es muy frecuente en música y literatura, me parece muy aprovechable. También, en términos generales, todas las consideraciones que inciden sobre la idea del collage aplicado a la escultura, algo que, en el caso de Gerardo Rueda, Fauchereau ejemplifica con una pieza maestra que fue la gran chatarra que cerraba magistralmente su retrospectiva del IVAM, y con la cual fuimos de alguna manera comanditarios entre Serge Fauchereau y yo mismo. Un tercer punto que creo hay que destacar es la sensibilidad con la cual Fauchereau ha delimitado la familia espiritual a la que pertenece Gerardo Rueda, en la que incluye a Juan Gris o Arp, pero también a Morandi o a Torres García. Así mismo, la capacidad de Rueda para incluir, dentro de esa familia espiritual, no solamente el gran arte y los nombres centrales del proceso moderno, sino también para fijarse en otras cosas como la cerámica popular o el arte naif; concretamente, en el libro se reproduce alguna imagen religiosa que Fauchereau considera perteneciente, en cierto modo, al ámbito del pre-collage. Igualmente subraya cómo Gerardo Rueda, desde su gusto por la mesura, por el equilibrio, por la serenidad, por el silencio, era capaz de apreciar el arte de otros artistas que iban por caminos distintos, y en este sentido señala su proximidad, en el afecto y también en el interés por su obra, con Manolo Millares.

Concepto fundamental

Un cuarto punto, que me parece muy sugerentemente analizado, es el hecho de que «Rueda necesitaba de la soledad para la reflexión y el trabajo, pero a la vez también necesitaba de la ciudad y la amistad». Son palabras de Fauchereau que, además, él mismo ejemplifica con la propia casa conquense de Rueda, afirmando que es una casa que, por un lado, está concebida como un lugar recoleto, como un lugar de reflexión, y, por otro lado, está abierta al rumor urbano.

Una quinta idea, que considero totalmente suscribible, es la de que «el collage es concepto fundamental y fundador de toda la obra de Gerardo Rueda»; creo que es cierta en el caso de Rueda y es cierta en el caso de no pocos artistas contemporáneos, y pienso, por ejemplo, en Robert Motherwell.

Y el sexto punto es su idea, bastante conectada con la anterior, de que es en el collage, y debido a la ligereza que es inherente a este arte, donde Rueda se expresó con mayor libertad. En ese sentido, destacan los análisis sutiles que hace Serge Fauchereau de momentos especialmente felices de la obra collagista de Rueda, en concreto, el análisis que hace del collage de Carmina Abril, donde hay una fotografía segmentada; el análisis que hace del collage homenaje a Manuel Silvela, con las cajas de cerillas, que es una de las piezas maestras del museo de Cuenca, o el análisis de los últimos collages de tarjetones rotos, entre los cuales hay algunos dedicados a la Residencia.

Libro de diálogo

Por último diré que Fauchereau, que es uno de los críticos historiadores más perspicaces del presente, es también un escritor, es un escritor secreto. Mucha gente no le conoce en su faceta de escritor de creación, pero cuenta en su haber con un notabilísimo libro de fragmentos que le recomiendo a cualquier aficionado a ese género, de tan mala fortuna entre nosotros desde el punto de vista editorial. Me refiero a una obra publicada en esta misma colección con el título Expositions et Affabulations, que no es un libro en absoluto de exposiciones, sino un libro de notas personales del escritor Serge Fauchereau; y yo creo que ese escritor también está presente en el libro que tratamos. Destacaré cómo no se trata de un texto aséptico, sino de un texto lleno de recuerdos personales. Están los recuerdos, en primer lugar, del propio Gerardo Rueda, de los breves pero intensos momentos que pasó con él, de las conversaciones que tuvo con él; pero también son recuerdos que están teñidos, a la fuerza, de una gran nostalgia, de una gran pena, porque sabe que éste es ya un libro de diálogo en cierto modo imposible, que ya no tiene ante él al gran interlocutor que era Gerardo, y que ya no puede encontrar sus respuestas sino en su obra.