Soneto en elogio del sentimiento místico

Árboles que tenéis corteza dura,
insensible a la yedra trepadora,
de terrestres amores defensora,
mostráis en cambio vegetal ternura

en los últimos brotes, que en la altura
del cielo abren los labios de su flora
a la amorosa luz que en esta hora
derrama en ellos toda la hermosura.

Así los hombres tengan como escudo
una insensible piel a las bajezas
de amor que ofenden ese noble empeño

con que alcanzar la cumbre del bien pudo
aquél que haciendo alarde de cortezas
abrió sus flores a un celeste dueño.

(1948)
 

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