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En
noviembre de 1930 Altolaguirre llevó su imprenta a París,
donde retomó la edición de Poesía.
Allí inició también unas «Ediciones de
Poesía», que recogían poemas de Alfonso Reyes,
Carlos Rodríguez-Pintos, Jules Supervielle y Jorge Guillén,
y dibujos de Gregorio Prieto. Tuvo mucho éxito Un verso
para una amiga, un solo verso suyo publicado como plaquette.
En marzo de 1931 Bernabé Fernández-Canivell lo invitó
a visitarle en Suiza. Pasó el verano en la isla de Port-Cros
con Supervielle, de quien realizó traducciones de varios
poemas, luego recogidas en el libro Bosque sin horas (1932).
Hacia finales de 1931, ya de regreso en Madrid, publicó Soledades
juntas, y en marzo de 1932 poemas suyos figuraron en la famosa
Antología de Gerardo Diego.
En junio de 1932 Altolaguirre se casó con la poeta y dramaturga
Concha Méndez. A su boda asistió buena parte del mundo
literario y artístico de Madrid. Unas semanas antes la pareja
creó la revista Héroe, en la que colaboraron
Lorca, Cernuda, Aleixandre y Moreno Villa, entre otros. Cada número
lo abría un retrato lírico escrito por Juan Ramón
Jiménez. En 1933, y con el título de «La tentativa
poética», los Altolaguirre lanzaron una colección
de plaquettes, inaugurada por Cernuda (La invitación
a la poesía) y por Méndez (Vida a vida).
En marzo de 1933 murió (al nacer) su primer hijo, duro golpe
que ambos buscaron aliviar en la poesía. Mientras tanto,
se publicaron dos libros preparados por Altolaguirre: su Antología
de la poesía romántica española y su biografía
de Garcilaso de la Vega; los dos fueron bien recibidos
por la crítica.
En octubre de 1933, provisto de una beca de la Junta para Ampliación
de Estudios, Altolaguirre se instaló con Concha Méndez
en Londres, donde editaron la revista bilingüe 1616,
título que celebraba el año en que fallecieron Cervantes
y Shakespeare. En las páginas de 1616 publicó
(traducidos al español) versos de T. S. Eliot y A. E. Housman,
así como poemas en español de Lorca, Cernuda, Aleixandre
y Neruda. También dio a conocer su versión de las
33 primeras estrofas del Adonais, de Shelley. Como suplementos
de la revista imprimieron Ramoneo, de Ramón Pérez
de Ayala, y Way into Life, de Stanley Richardson. En marzo
de 1935 nació su hija, Elizabeth Paloma.
Hacia otoño, ya de regreso en Madrid, los Altolaguirre iniciaron
la impresión de la revista Caballo Verde para la Poesía,
que fue dirigida por Pablo Neruda y contó con las colaboraciones
no sólo de los nuevos poetas españoles, sino también
de diversos escritores latinoamericanos. En enero de 1936 iniciaron
la colección «Héroe», que dio a conocer
la obra poética de numerosas figuras, desde Manuel Machado
hasta Miguel Hernández, pasando por la plana mayor de la
generación del 27. Su propia contribución se titulaba
La lenta libertad (1936). Para la editorial Cruz y Raya
los Altolaguirre imprimieron Razón de amor, de Salinas,
La realidad y el deseo, de Cernuda, y dos tomos del Disparadero
español, de Bergamín. Se frustró, en cambio,
el intento de publicar Poeta en Nueva York, de Lorca. En
julio de 1936 y bajo el título de Las islas invitadas,
el malagueño editó una antología de toda su
poesía escrita hasta entonces. Se trataba de una iniciativa
importante, pero, por desgracia, el estallido de la guerra civil
hizo que el volumen pasara inadvertido.
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