En
la primavera de 1925, Altolaguirre se trasladó a Madrid para
trabajar en el bufete de Francisco Bergamín, pero, al descubrir
que la abogacía no era su fuerte, se dedicó a frecuentar
el mundo literario y artístico acompañado por José
Bergamín y Rafael Alberti. En el mes de junio volvió
a Málaga y, junto a Emilio Prados, quien ya había
empezado a influir en su formación intelectual y humana,
colaboró en la edición de las primeras obras que saldrían
de la imprenta Sur y que incluían
Tiempo (1925),
del propio Prados, y
Las islas invitadas y otros poemas
(1926), primer poemario de Altolaguirre.
El 8 de septiembre de 1926 murió la madre de Altolaguirre;
años después, el poeta había de identificar
esta fecha como la más importante de su vida.
En noviembre de 1926 la imprenta Sur inició la publicación
de la revista Litoral, en cuyas páginas se reunieron
la mayor parte de los poetas del 27: Alberti, Aleixandre, Bergamín,
Cernuda, Diego, García Lorca, Guillén e Hinojosa,
entre otros. En el otoño de 1927, Prados y Altolaguirre
prepararon con gran éxito un número especial en
homenaje a Luis de Góngora. Como suplementos de la revista
se publicaron, entre otros libros, La amante (1926),
de Alberti, Caracteres (1927), de Bergamín, Canciones
(1927), de Federico García Lorca, y Ejemplo (1927),
de Altolaguirre. En los dos números publicados en la segunda
etapa de Litoral (mayo y junio de 1929) se percibe la
influencia del surrealismo, que se debe en parte a la colaboración
de Hinojosa en la dirección de la revista. Altolaguirre
también colaboró en otras revistas del momento:
Ley, Verso y Prosa, Mediodía, Meseta,
Carmen, Papel de Aleluyas y La Gaceta Literaria.
En marzo de 1930 Altolaguirre emprendió la edición
de su propia revista, Poesía, que ofrecía
una selección de poesía clásica (de san Juan
de la Cruz, fray Luis de León y Lope de Vega) combinada
con otra de poesía contemporánea (de Pedro Salinas,
de Jorge Guillén y del propio impresor).