Tras
reunirse en París, los Altolaguirre parten hacia el exilio
y se instalan en La Habana. Allí fundan la imprenta La Verónica,
de la que salen libros de poesía, teatro, novela y ensayo.
Los Altolaguirre se relacionan con gran parte del mundo intelectual
y artístico de la isla, pero sobre todo con los pintores
Mario Carreño y Carlos Enríquez y con la galerista
María Luisa Gómez Mena. Para los españoles
exiliados en Cuba imprimen la revista Nuestra España.
También colaboran en Espuela de Plata, Lyceum,
Ultra y Universidad de La Habana. Altolaguirre
publica Nube temporal (1939), la revista Atentamente
(1940) y una nueva versión de La lenta libertad
(1942). Junto con su esposa imprime los seis números de la
revista La Verónica (1942).
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